Ayer apareció en la primera plana de este periódico la fotografía de tres presidentes latinoamericanos que asistieron a la reunión cumbre de Cancún: el presidente Calderón, anfitrión del cónclave; el Presidente Lula, de Brasil; y el Presidente Fernández de la RD. El presidente de una nación pequeña está colocado entre los representantes de dos países grandes: el más grande de América del Sur; el más grande del Norte hispanoparlante. México tiene 108 millones de habitantes y un territorio de dos millones de kilómetros cuadrados.
Junto con esta fotografía se ha difundido la noticia de que Leonel Fernández actuará como mediador entre los presidentes Hugo Chávez y Álvaro Uribe. El primero otorgó a la RD facilidades crediticias para la compra de petróleo en Venezuela; el segundo propuso un plan general de ayuda a la vecina República de Haití. Para estos fines Uribe llamó a Fernández, no al damnificado e impotente René Preval, cuyo justificado abatimiento es visible. Me parece útil que el presidente de un país chiquito tenga amigos que sean presidentes de países grandes, que confíen en la capacidad del chiquito para conciliar; o para hablar en nombre de otros gobernantes.
Después del terremoto que mató cerca de 300 mil haitianos, medio mundo ha caído en cuenta de la terrible pobreza en que vive esta comunidad. Antes, esa realidad sólo era visible para algunos habitantes bien informados de la región del Caribe. Diez millones de personas desesperadas, sin trabajo y sin esperanzas, constituyen un problema mayúsculo; para la RD, en primer lugar; para toda la región, obviamente. La RD brindó a Haití la ayuda de emergencia de que era capaz. La solidaridad con Haití, que partió de los órganos del gobierno dominicano, contó con el apoyo general de nuestra población.
Trujillo ordenó una matanza de haitianos en 1937. Con ello provocó un terrible problema internacional. Todavía discuten los historiadores si el genocidio alcanzó 12, 14, ó 16 mil haitianos. En tiempos de Trujillo se hablaba de privanza y matanza. Los funcionarios querían el favor del tirano. La matanza aseguraba el terror. Ahora ya no es así. Debemos promover acciones diplomáticas internacionales, mediante hablanza y finanzas, para socorrer haitianos, eliminando así el riesgo de futuras matanzas.