A PLENO PULMÓN
Meditación frustrada

A PLENO PULMÓN<BR>Meditación frustrada

La vida hay que vivirla despierto, con plena consciencia de los actos; pero sin las horas del sueño sería imposible conservar la vida.  La energía nerviosa que gastamos durante la vigilia se recupera mientras dormimos.  Los seres humanos prenden y apagan, como los anuncios lumínicos de cerveza.  Ese ritmo biológico de abrir y cerrar, ir y venir, es como la noche y el día en el orden astronómico.  Los chinos de la antigüedad llamaron “yin-yang” al pulso que rige el universo.  Según la doctrina de Lao-Tse, todas las cosas tienen anverso y reverso: ruido y silencio, luz y obscuridad, reposo y movimiento.  Existe el verano y el invierno, lo femenino y lo masculino, entrelazados en una eterna polaridad.

 En el interior del átomo parece haber un yin-yang que no entendemos del todo. Pasamos continuamente de lo frío a lo caliente, de lo seco a lo húmedo.  Para combatir el “stress” que nos producen las sociedades de hoy, tal vez sea bueno dejarse llevar por ese saludable ritmo alternativo. Después de haber sufrido “mucha ciudad” deberíamos gozar de “mucha playa”.  Pero no siempre podemos hacerlo.  Prestamos continua atención a las noticias económicas o políticas porque podrían afectar nuestros ingresos monetarios, nuestra posición social. Finalmente, ese exceso de atención provoca el hartazgo.

Los médicos traumatólogos y ortopedistas utilizan ejercicios de “rehabilitación postoperatoria”; los aplican con buen éxito a sus pacientes; también existen técnicas psíquicas de yoga para alcanzar la serenidad.  Tal vez sea posible encontrar “artificios atencionales” para pasar de un lado a otro de las cosas. ¿Cómo vamos a defendernos del zarandeo anímico al que estamos sometidos todos los días?  Quizás aprendiendo a volver la cara hacia el lado opuesto de lo que nos fatigue.

¿Qué sería lo opuesto a los problemas monetarios de Europa y los EUA? ¿Cuál sería el modo de contrarrestar la cháchara política de campaña? ¿Cómo “compensar” los efectos demoledores que acarrea la delincuencia? Identificamos rápidamente lo dulce y lo salado, lo agrio y lo picante;  distinguimos con facilidad lo triste de lo alegre.  A veces no logramos descifrar los complejos problemas que nos rodean.  Están compuestos por elementos disímiles que no acertamos a separar.  Ignoramos el “yin”  y el “yang”.

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