Los sondeos de opinión son realizados por empresas especializadas en mercadeo, trabajo social, encuestas públicas.  Generalmente estos sondeos los ordenan y pagan partidos políticos, empresas de negocios, candidatos a cargos electivos, gobiernos, interesados en saber qué ideas, inclinaciones o rechazos tiene la población con respecto a tales o cuales asuntos de gran importancia para quienes  solicitan los sondeos.  En periodos pre-electorales, los periódicos publican  encuestas que les ayudan a incrementar su circulación y vigencia social.  Todo esto es legítimo, explicable, coherente.  Los encuestadores dominan técnicas sociológicas y estadísticas que les permiten hacer un trabajo “científicamente correcto”.  Un mundo dominado por competencias de mercados debe explorar las preferencias de los consumidores.

Cada uno, con todo derecho, hace la encuesta que le interesa. Pero tal vez sea posible algún día realizar una magna encuesta que le interese a la comunidad entera.  Hace varios días se anunció que el Presidente Danilo Medina había convocado al Consejo Económico Social e Institucional.  El objeto de esta convocatoria es conocer la situación económica y social de nuestro país y discutir los términos de una reforma fiscal.  En dicho Consejo están representados los estamentos principales de la sociedad dominicana.  Desde lideres académicos, jerarcas de la Iglesia, empresarios, sindicalistas, organismos gubernamentales y expertos consultores, hasta directores de diarios.

Un organismo de este calibre se reúne en ocasiones excepcionales, como es el caso específico para el cual ha sido convocado por el Presidente.  Después que termine sus trabajos y deliberaciones, el Consejo debería sesionar otra vez, con distinta finalidad: sopesar la conveniencia de que se haga una encuesta general acerca de las quejas, dolores y aspiraciones, de la sociedad dominicana.  Obviamente, una porción considerable de nuestro pueblo está harta de vivir en medio de tanta criminalidad, corrupción, ineficiencia; cansada del talante irresponsable de buena parte de nuestros dirigentes políticos.

¿Qué clase de líderes comunitarios necesitamos? ¿Qué debemos hacer para mejorar nuestro “sistema político”? ¿Cuáles serían los principales apoyos populares para un nuevo liderazgo político? ¿Es posible el mercadeo exitoso de políticas públicas con los partidos existentes? ¿Es factible “compilar” el inventario de los temas que podrían unir a los dominicanos en un proyecto colectivo de vida común? ¿Financiar una encuesta así, abriría algunos caminos?