Todos los días usted topa con gente hosca, agresiva, a veces brutal.  En el área de estacionamiento de un supermercado oí a un automovilista decir a otro que iba delante: “quítese de medio, viejo de mierda”. El tipo, mal encarado, dio un “acelerón”  y tiró la tarjeta de control sobre el vigilante de la salida.  La marcha lenta del anciano se interpuso a las prisas del joven energúmeno.  Un testigo, empleado del supermercado, comentó: “cualquiera diría que la policía lo está persiguiendo”.  Sujetos con pistolas a la vista atemorizan a tranquilos ciudadanos, mediante la “tenencia y porte ostentoso” de armas.

La presunción de que alguien podría estar perseguido por la policía, o por un delincuente, suele ser acertada.  Un montón de personas se gana la vida hoy en actividades que “rozan” la delincuencia, o que obligan a tratar con personas de conducta impredecible, sin hábitos regulares de trabajo.  No se trata de que no tengan “modales” urbanos, buenas maneras, educación escolar. Nada de eso; personas bien vestidas, con aspecto y “talante” de haber recibido educación superior, actúan con la misma agresividad y falta de respeto por los demás.  Es un desparpajo general, conectado con la impunidad reinante y el deseo de sobrevivir a toda costa.

A modo de “explicación sociológica”, un periodista pronosticó: “dentro de poco, todos seremos escopetas cargadas a punto de disparar”.   Los refranes de uso actual lo dicen todo: “al que no come, se lo comen”, “ponte duro pa’ que no te arrasen”.  Sería bueno conocer las estadísticas de venta de tubos de gas pimienta.  Esta es el arma favorita de los débiles, de aquellos que no desean matar a nadie, pero no quieren sucumbir ante los atracadores.  Por lo general, son individuos respetuosos, ciudadanos honrados.  La opinión de los valientes es que pretenden “matar un elefante con tres pellizcos”.

El elefante, todos los niños lo saben, es un animal de piel espesa.  Así como a los carros blindados no les entran tiros, a los elefantes no les duelen los pellizcos.  Paquidermo quiere decir pellejo muy grueso.  Los estilos de comportamiento público tienden a la “rufianización”.  Los dominicanos educados y correctos tendrán que cambiar de actitud y endurecer la epidermis para no perecer.