A Pleno Pulmón
Muerto no anda a pie

A Pleno Pulmón<BR>Muerto no anda a pie

La única diferencia importante entre los vivos y los muertos es que los muertos “no andan a pie”.  No pueden ir caminando a las tumbas a meterse en sus nichos.  Por eso es necesario llevarlos al cementerio y enterrarlos.  Pero la energía de que dispusieron en vida, transformada de algún modo, se conserva después de morir.  No sabemos en qué punto del cosmos queda suspendida esa radiactividad que les animaba mientras vivían.  Hay personas que hablan a los muertos, sabiendo que no pueden oírles; existen individuos extraños que escriben cartas a amigos fallecidos; como es obvio, no podrán ser leídas porque el muerto “ha cerrado los ojos”.

 Los muertos “siguen siendo” personas en el recuerdo de aquellos que los conocieron.  Hemos visto montones de veces que los muertos se lloran otra vez en los aniversarios, durante las misas de conmemoración; son llorados como el primer día de sus muertes, porque en los aniversarios los deudos confirman que se han ido “para siempre”.  Los filósofos alemanes utilizan complicadas expresiones para distinguir las “diversas formas del ser”.  Heidegger a la cabeza de todos ellos.  Si aun de la nada puede decirse que es, qué diremos de un muerto que estuvo vivo y conocimos íntimamente, de un tipo que hablaba de política, trabajaba, amaba y despotricaba, como hacemos nosotros. 

 Tal vez en el mundo de los muertos haya un “barrio de las abuelas”, bañado por grata luz azulada, con un intenso olor de bizcochos recién horneados; también un “barrio de los maestros” donde pervivan los espectros de quienes nos enseñaron la gramática y la geometría. En este “barrio lectivo” los sujetos se derivan de los predicados; los teoremas de la geometría plana son al revés; las hipotenusas “se desentienden” de los catetos; los ángulos rectos tiene un poco más de 90 grados, como si abrieran la boca en una sonrisa ligeramente burlona.

 En las calles que circundan el “barrio de las abuelas” y el “barrio de los maestros”, podríamos encontrar flotando: poetas muertos en epidemias, políticos asesinados por adversarios, novias llenas de amor que no llegaron a casarse, escritores que continúan rumiando obras que no publicaron.  Algunos muertos frustrados pueden ayudar a los vivos a realizar su destino.

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