La calle El Conde sigue siendo la vía emblemática de esta ciudad. Las personas mayores de edad, desde luego, se sienten abrumadas por los cambios que la viejísima calle ha experimentado en los últimos años. Si un periodista con vocación de sociógrafo recorre la ruta que va desde el mausoleo de Los Padres Fundadores hasta la catedral Primada de América, tendrá un retrato de la sociedad dominicana. Caminar desde el Parque Independencia hacia el Parque Colón, pasando por La Cafetera para ir a la Avenida del Puerto, puede ser educativo.
Los periódicos deberían establecer una fuente fija de la calle El Conde, así como tienen ya fuentes de palacio, de justicia, etc. Ante la tumba de Duarte, Sánchez y Mella el reportero podría meditar mientras mira vagos sentados en los bancos, vendedores de billetes de lotería, rateros descansando de sus correrías. Después, al cruzar bajo el arco de la puerta del Bastión de San Genaro, pasará revista a un conjunto de tiendas al borde de la quiebra. Se notará enseguida de qué lugar proceden los turistas que llegan al muelle de la ciudad; y comprobará cuál es la educación y el estilo de vida de la mayoría de ellos.
Si un periodista con vocación de sociógrafo recorre desde el mausoleo de Los Padres Fundadores hasta la catedral, tendrá un retrato de la sociedad dominicana.
Este reportero hipotético deberá conversar con algún transeúnte, a fin de obtener testimonios vivos de los habitantes de la zona. Comer una pizza o un helado facilitarían el diálogo con los parroquianos que entran y salen de los establecimientos comerciales. Ciertos adictos a las drogas podrán reconocerse por la mala facha, aunque con gran riesgo de equivocación.
Pedro Mir escribió una famosa composición titulada: Poema del llanto trigueño. En ese poema de Mir se cuenta la historia de las camiseras, de las operarias de las fabricas de camisas que recibían por su trabajo un bajísimo salario. En la época en que se escribieron estos versos, los negocios de confección de ropa estaban allí, uno al lado del otro. Ahora es diferente; no es posible asomarse a las vidrieras sin ver problemas mayores que los que sufrían las camiseras. Asomado al abismo actual un reportero hábil colectaría, antes de llegar a la Avenida del Puerto, muchas muestras del tejido social para realizar biopsias interesantísimas, sin microscopio.