A PLENO PULMÓN
No salir del  tatami

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>No salir del  tatami

Del Presidente Fernández se ha dicho que es un hombre “con muy buena suerte”.  Creo que es así; por tanto, no discutiré este punto.  Pero añadiré que también es un excelente expositor, tanto en español como en inglés.  En adición a sus bien conocidas dotes de orador, el Presidente Fernández ha mostrado habilidades diplomáticas extraordinarias.  Fue a Cuba; pronunció un documentado discurso sobre la crisis financiera internacional; lo recibió el comandante Fidel Castro, quien accedió  a que tomaran fotografías durante su entrevista con el joven Presidente dominicano.  Para colmo, Castro escribió después un largo reportaje acerca de lo conversado en la reunión; y, finalmente, explicó que carece de tiempo para recibir a otros presidentes hispanoamericanos.

El golpe de Estado contra Zelaya fue rechazado con actitud avinagrada por el Presiente Chávez.  Prefería que Zelaya continuara en el poder; y que este promoviera un plebiscito que le permitiera presentarse como candidato para un nuevo periodo.  Venezuela imprimiría las boletas, suministraría urnas, carteles, todo lo necesario para que el referendo fuese posible.  El Presidente Fernández no dudó un instante; apoyó a Zelaya; ordenó instalar podios para cada uno en Santo Domingo.  Retrasó un viaje para dar esa oportunidad al gobernante derrocado.

No “prosperó” la reposición de Zelaya; Micheletti se mantuvo en sus trece; los norteamericanos, entre dos aguas, parecían indecisos, timoratos, avergonzados; “concluido” el periodo constitucional de Zelaya, Porfirio Lobo fue electo Presidente de Honduras; enseguida viajó a RD, habló con el Presidente Fernández y este acudió a su toma de posesión.  Una vez en Tegucigalpa, Fernández “libró” al Presidente Lula de un problema engorroso: en la embajada brasileña “vivía” Zelaya sin ser, oficialmente, un asilado político.

Leonel Fernández trajo a Zelaya a la RD.  El nuevo Presidente Lobo tomó posesión y en esa ceremonia estuvo presente Fernández.  Lobo, quedó contento; los americanos también; y Lula, muy agradecido de que Zelaya hubiese abandonado la embajada brasileña, a la que había llegado “de contrabando”; Zelaya, a buen recaudo en SD, salva el pellejo, la familia y medita sobre su regreso a la política.  El disgusto momentáneo de Chávez queda compensado con la alegría, más duradera, de los norteamericanos.  Leonel luchó, con destreza japonesa, sin salirse del tatami. ¡Todos contentos!

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