A PLENO PULMÓN
Otoño  del saltacocote

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Otoño  del saltacocote

Pregunté a un estudiante de Derecho, oriundo de La Romana: ¿has visto alguna vez en tu vida un saltacocotes? –No, don Federico, eso de los saltacocotes es un mito campesino.  Lo dijo con profunda convicción; una sonrisa de sociólogo racionalista torció sus labios al añadir: la gente de la ciudad cree en esas cosas porque no las puede comprobar; viven lejos de la zona rural.  Sugirió que los mitos rurales pueden convertirse en mitos urbanos.  –Tanto oír hablar de saltacocotes nos empuja a creer que existen esos reptiles con preferencia por la vena yugular.  ¿Quién ha visto un lagartijo vampiro?

Pregunté entonces al “chofer” de una familia de clase media si había visto un saltacocotes.  Me dijo que había oído hablar de ellos; pero no los había visto él mismo, “en persona”.  Un jardinero de Arroyo Hondo, cuestionado por mí, declaró: yo los he visto en el monte; también vi uno muerto; son de piel rayada y tienen colmillos.  Cambian de color según sea la maleza, “verde o pajiza”; en tierra se ponen más obscuros que un tronco podrido; llevan una pequeña cresta detrás de la cabeza, como las iguanas. –A las personas que atacan “les tiran a la garganta”.

Preguntando aquí y allá, saqué en limpio que al saltacocotes le atribuyen las capacidades miméticas propias de los lagartijos; también suponen que el saltacocotes tiene el espinazo dentado, como si fuese un dinosaurio en miniatura.  Además, se piensa que puede actuar como ciertos murciélagos hematófagos.  ¿Ese es el motivo de que salten directamente al cocote de sus víctimas?  Uno de mis entrevistados aseguró “que echan un veneno por la boca”.  Concluyó: si muerden a un niño podrían matarlo.

Del carácter de ciertas personas se comenta: es laborioso como una abeja; es terco como una mula; embiste como un rinoceronte; pica como una avispa; es peor que el comején.  Las comparaciones del hombre con los animales son infinitas: astuto como un zorro; más peligroso que un lobo; corre como una liebre; es más ágil que un mono.  El gran problema del saltacocotes es saber si existe.  Hay un reptil llamado “anolis baleatus baleatus”, del que se dice está “en proceso de extinción”.  ¿Será ése el saltacocotes?

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