A PLENO PULMÓN
Palabras sin gravamen

A PLENO PULMÓN<BR>Palabras sin gravamen

Tan pronto los funcionarios aduanales salieron del antiguo caserón que aloja la Academia Dominicana de la Lengua, un viejo encorvado levantó un grueso diccionario exclamando; “aquí está el problema; ni expresamos completamente lo que decimos, ni entendemos todo lo que oímos”.  Otro viejo, con gruesos anteojos de miope, añadió: las palabras han caído en una severa degradación de su significado. Continuamente se tergiversan, “alargan” y retuercen, vocablos tales como democracia, libertad, honestidad, justicia, decoro, bondad.  El farsante político, el farsante intelectual, el farsante financiero, contaminan las voces que utilizan en sus documentos.  Cuando un político afirma: “haremos una verdadera reforma”, ya se sabe que no será verdadera, ni reforma.

 –Es indiferente que la reforma sea agraria, fiscal, jurídica o educativa, dijo el anciano del diccionario, levantando el dedo índice mientras con la otra mano se sacaba las gafas de la nariz.   –Los poetas y los filósofos inventan nuevas palabras para ayudarnos a sentir o a pensar con más intensidad y alcance intelectual.  Muchas palabras viejas y gastadas ellos las remozan y echan a rodar de nuevo dentro del pueblo que las acuñó; que las reconoce enseguida y las acepta con el “valor agregado” que artistas y pensadores les imprimen.  –¿Has visto cómo la palabra “Trilce” viajó certificada desde Francia hasta Cabo Caucedo?

 –La certificación quizás la proteja de la rebanadoras publicitarias; un vocablo sometido a la doble erosión política y comercial, termina siendo un despojo léxico.  La palabra “Trilce” podría ser un “neologismo” compuesto de tristeza y dulzura.  En la vida surgen situaciones que son tristes y, a la vez, dulces; es un “misterio de los afectos” que los poetas perciben por exceso de sensibilidad.  ¿Cómo pudo saber el poeta César Vallejo que él moriría en París bajo un aguacero?

 –En privado le digo, querido colega, que las palabras acarrean duras penas a quienes las pronuncian sin los debidos cuidados. “De los delitos y las penas” es el título de la famosa obra del marqués de Beccaria. Las sanciones legales son proporcionales a la gravedad de las infracciones. Así ocurre con las palabras que utilizan los periodistas, escritores y poetas. Seguramente no pagará impuestos este saco de palabras.  Pero los “usuarios” podríamos ir a prisión.

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