A PLENO PULMÓN
Palabras y tornillos

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El lenguaje soez está de moda.  Expresiones habituales de “los bajos fondos” se califican hoy como frases “espontáneas y decidoras”.  Indecencias, malas palabras, groserías de todo orden, pretenden alcanzar “aprobación social”.  Se nos explica que ese lenguaje “corresponde a nuestra época”, sometida al influjo de rufianes, narcotraficantes, terroristas.  El cine, el teatro, la TV, transmiten, exaltan, difunden y multiplican, “la oralidad de los marginados”.  Ya han surgido teorías sociológicas, lingüísticas, literarias, que justifican y recomiendan el uso de vocablos populares, “constreñidos o desdeñados” por las clases dominantes.

No compartir este modo de ver las cosas parece una manifestación. “reaccionaria e inactual”, propia de personas sin sensibilidad social; que defienden anticuadas visiones de la literatura y del lenguaje.  En realidad, todas las malas palabras se convierten con el uso en meras interjecciones.  Coño y carajo, en vez de “decir más’, dicen menos cada vez.  Lo que es peor, sustituir el nombre propio de los objetos y llamarles “esta vaina” o “esta jodienda”, es un procedimiento verbal que opera en detrimento de las capacidades intelectuales del propio hablante.

Un novelista creador de personajes vitales y persuasorios, no “pone a hablar” a un delincuente con el lenguaje que utiliza un profesor de gramática.  Las diferencias de educación producen “distingos” en las maneras de usar el idioma; cada grupo social segrega una modalidad típica del lenguaje.  El conjunto de todas las “modalidades” conforma la lengua general; el patrimonio histórico de hispanohablantes o angloparlantes.   Las lenguas agregan, añaden, incorporan; restar, eliminar, es dilapidar una fortuna ideológica acumulada en el curso de muchos siglos de convivencia.

Los emigrantes que llegaron a Estados Unidos en el siglo pasado: italianos, irlandeses, aportaron expresiones populares nuevas a la lengua general; emigrantes de habla española: cubanos, dominicanos, están hoy aportando voces y giros nuevos a la lengua inglesa de los norteamericanos. Italianos pobres, irlandeses pobres, dominicanos pobres, vivieron en los EUA “a salto de mata”, en “barrios peligrosos”, en “condiciones infrahumanas”, como suele decirse.  Muchos de ellos han logrado mejor vida y mayor educación.   Ahora participan de la gama completa de la lengua inglesa, no sólo de las malas palabras.  Cada palabra del idioma es un tornillo de la “máquina histórica” que sostiene nuestra intimidad.

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