A PLENO PULMÓN
Péndulo social

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Péndulo social

Estamos acostumbrados a las consabidas expresiones pesimistas: “aquí, en Santo Domingo, nunca ocurre nada; la gente no reacciona ante ningún estimulo”.  Hemos llegado a un grado tal de “indolencia cívica”, que se ha perdido la sensibilidad frente al abuso.  Los políticos pueden hacer “cualquier cosa”: robar una turbina de avión, desfalcar una empresa estatal, firmar un contrato disparatado; en general, disponer de los recursos públicos como si fuesen propios.  La insolidaridad y desconfianza entre dominicanos no deja oportunidad para la enmienda. Se dice, en forma de conclusión: “todos somos masoquistas”.

 Los partidos son “el primer poder del Estado”. Siendo varios, son uno, pues los dirigentes de los principales “se dan la mano al revés y al derecho”.  Han establecido la “alternabilidad en la conchupancia”.  Los expertos en derecho constitucional se devanan los sesos para “explicar” el ordenamiento político del Estado.  Pero los congresistas, reunidos en Asamblea Revisora de la Constitución, saben de sobra que los partidos políticos les sostienen a ellos mismos; y deciden el texto de la “Carta Sustantiva”, aun por encima de sus electores, de las organizaciones de la sociedad civil.

 Así como hay ahora discusiones entre “estatistas” y “privatizadores”, con respecto a la producción de energía eléctrica; así como antes había la opinión entre militares represivos de que “el civil no es gente”; en este momento está surgiendo entre políticos la creencia en que “el ciudadano no vale nada”.  El militante político tiene todos los derechos “y uno más”.  No se trata ya de dos puntos de vista opuestos en relación con gerencia y administración; o de la preeminencia del estamento militar sobre la población civil; nada de eso, es algo peor: la soberanía no reside en el pueblo, como afirman “los clásicos”; estriba en la “voluntad de imponerse” sobre los demás.

El ciudadano, antiguo “recipiendario” de los derechos humanos, ha “dejado de ser persona”.  Se le trata como una res que va a ser “carneada”, como mero “dato estadístico de población”; en el mejor de los casos, como simple “consumidor” del mercado político.  Pues bien, una vez dicho todo esto – fiel descripción de hechos visibles-, agreguemos que está a punto de engendrarse contra ello una respuesta formidable.  Ojalá nos coja despiertos.

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