Un periodista contemporáneo debería funcionar como el limpia-parabrisas de un automóvil. A medida que avanzamos bajo la lluvia por una carretera, el limpia-parabrisas del vehiculo aclara el panorama que contemplamos a través del vidrio. Nos permite transitar sin riesgo y gozar de las bellezas del paisaje. Un periodista empeñado en servir al público actúa del mismo modo que un colirio: nos alivia la irritación de los ojos; saca fuera del párpado pajas que entorpecen la visión de la realidad. La vida social está llena de ocultamientos, disimulos, disfraces. Los asuntos colectivos aparecen casi siempre realzados con algún maquillaje; o cubiertos por una máscara.
La tarea fundamental del periodista es abrirnos los ojos, desenturbiarnos la mirada, para que entendamos los sucesos. Desde el primer momento en que da la noticia pretende que sepamos de qué se trata: un asesinato fue cometido esta tarde en la calle tal; mientras dormía la siesta el desabollador zutano recibió un golpe de mandarria en la cabeza que le hundió el hueso frontal. De ahí en adelante, los desarrollos noticiosos servirán para que veamos con mayor claridad los detalles que rodean el acontecimiento. Una fotografía del muerto o de su taller pone delante de nuestros ojos el escenario del crimen.
La información escueta tradicional es una suerte de descripción física -espacial y temporal- del objeto noticioso; las ilustraciones, como su nombre indica, iluminan el suceso, arrojan luz sobre el caso. Del periodismo, sea noticioso, gráfico, o de opinión, puede decirse que es oftálmico. Los escritos editoriales intentan poner en claro problemas comunitarios, según el criterio del editor del periódico. Cada publicación coloca el foco en un ángulo distinto; todas se esfuerzan por iluminar algún lado de los asuntos públicos.
Los columnistas disfrutan de más libertades que los reporteros. Para confeccionar sus escritos pueden usar lupas, microscopios o catalejos. Sucesos remotos, inmediatos, minúsculos o enormes, son materias primas utilizables por los columnistas. Pueden agrandar una hormiga o empequeñecer a un elefante. A condición de que el texto conserve interés y atractivo para una porción considerable de lectores. El columnista se instala en un mirador panóptico; desde allí otea en todas direcciones. El mundo es un grandioso espectáculo que merece ser descrito, comentado, analizado.