Hace algún tiempo me dio por escribir acerca de bebidas estimulantes o sedativas; de unas que dan ganas de dormir y de otras que desencadenan sueños con sobresaltos. Se dice que ciertos aguardientes producen pesadillas; en cambio, algunos orujos perfumados con hierbas dan lugar a sueños gratísimos. Lo contrario de una pesadilla debería ser una livianilla. Pero esa denominación no existe; no es un rótulo disponible para indicar que hemos tenido un sueño agradable. Hasta que no lo adopten y legitimen los psicólogos, no será aceptable por astrólogos redactores de horóscopos; menos aun por los periodistas.
Pero existen bebidas dormitivas y bebidas soñativas. Con tres orujos en el estómago usted puede soñar que la vida en la RD ha cambiado de estilo. Las perspectivas económicas, los pronósticos políticos, la convivencia social, aparecerán en estos sueños alcohólicos bajo una luz seductora. En nuestro país la energía eléctrica es cara y los apagones son frecuentes. El número de policías concertados con delincuentes aumenta cada día; lo mismo el de militares cómplices de narcotraficantes; un periodista amigo, tan veraz como atrevido, ha dicho que en la DNCD han puesto los perros a cuidar longanizas. Todo esto es perturbador, causa pesadillas y, a veces, hasta depresiones.
Decir la Iglesia está en manos de Lutero es una frase hecha que no debe emplearse. En primer lugar porque no se trata de problemas religiosos sino de sórdidos arreglos entre criminales; además, la Iglesia está a punto de resolver sus disputas doctrínales con los hermanos separados. Hablar de perros voraces, apetitosas longanizas, parece una comparación mucho más adecuada a la realidad. Los problemas financieros del mundo de hoy son complicados. Los países pequeños deben competir con productos de exportación valorados en monedas fluctuantes. Otro motivo de angustia colectiva que puede generar pesadillas.
No todo el mundo se siente bien con el valium; los viejos jarabes a base de passiflora son vistos como antigüedades; para colmo, carecen del prestigio social de los tranquilizantes de marca, de los ansiolíticos recetados por psiquiatras. En vista de todo lo que antecede, es posible prever que las bebidas soñativas tendrán sostenida demanda. Dos orujos a la hora de dormir y gozaremos una livianilla: política, económica, social, erótica.