A PLENO PULMÓN
Política a tres bandas

A PLENO PULMÓN<BR>Política a tres bandas

El país que más ayuda ha prestado a Haití es RD.  La asistencia del Estado dominicano asciende a la suma de RD$1,260 millones.  También es justo consignar contribuciones de empresas  privadas dominicanas, servicios individuales ofrecidos en los días siguientes al terremoto del año pasado.  Las espontáneas atenciones dominicanas incluyeron socorristas, comida, mantas; hasta nodrizas que amamantaron niños haitianos huérfanos. La tragedia acercó a dos poblaciones separadas por lengua, historia, costumbres.  Todo ocurrió rápidamente, sin intervención de la famosa y ociosa “comisión bilateral”. 

Las acusaciones de racismo, esclavismo, “bovarismo”, hispanismo, dejaron de ser enarboladas como bengalas de propaganda política.  De golpe y porrazo, la realidad borró los “prejuicios nativos” en ambos lados de la frontera.  También modificó “ideas preconcebidas” de diplomáticos y funcionarios extranjeros.  Un Estado “casi fallido”, cojo y maltrecho, pudo ayudar a otro Estado completamente fallido, en muy mal estado. 

El Presidente dominicano, que poco antes tuvo que abandonar corriendo el territorio haitiano para no ser alcanzado por una piedra, fue recibido con ovaciones, vítores, pancartas elogiosas.  Empezó a decirse que Leonel Fernández podría gobernar dos naciones.

  Los grandes países abusan siempre de los pequeños.  Esa es una larguísima tradición.  En primer lugar, hay que decir que la MINUSTAH no desea controlar la frontera.  La fuerza armada de la ONU no contribuye a evitar fricciones entre haitianos y dominicanos.  La posición de la OEA con respecto a las recientes elecciones de Haití es, por lo menos, estrafalaria: “La votación de noviembre no deberá ser invalidada del todo ni contada otra vez.  Las boletas fraudulentas deberán ser invalidadas para dejar de lado a Jude Celestin, candidato oficialista”.  La llegada de Jean Claude Duvalier, con el beneplácito de Preval y de EUA, augura problemas para ambos países.

Haití y RD, juntamente, pueden convertirse en un volcán de dos bocas, si los diplomáticos de los grandes países actúan a la manera burra, esto es, sin contar con las reacciones de los pueblos directamente afectados por sus decisiones.

 Lo que conviene a un grande puede no convenir a un pequeño.  Algunos políticos dominicanos son caricaturas de estadistas; en cambio, hay caricaturistas que –desde su oficio– actúan como estadistas.  No es tranquilizador esto último, pues necesitamos caricaturistas y estadistas. (Reproducido por peticiones).

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