A PLENO PULMÓN
Problemas mayores

A PLENO PULMÓN<BR>Problemas mayores

El diario “El Día” informó ayer que los narcotraficantes  han ejecutado 100 personas, en “asesinatos múltiples”, durante los últimos cuatro años.  Este conteo criminal no incluye individuos asesinados por “ajustes de cuentas”.  El periódico “El Caribe”, también ayer, publicó una información acerca de las “ejecuciones” que aterrorizan en este momento a los habitantes de Santiago.  La crónica explica que el 70% de los crímenes no ha sido esclarecido hasta ahora.  Hay, pues, un ascenso meteórico de la criminalidad; y la impunidad incita a nuevos desmanes.  Los asesinos por paga son tantos que el “mercado del crimen” ha experimentado una baja general en las tarifas.

 No debe extrañar que ocurra esto.  En todos los países donde el crimen organizado ha establecido grandes negocios se ha degradado la convivencia.  En Colombia, en la época de Pablo Escobar Gaviria, los narcotraficantes propusieron a los gobernantes hacerse cargo de la deuda externa de esa nación.  En Colombia, los narcotraficantes mataban candidatos presidenciales, concejales, alcaldes; ellos negociaban leyes y reglamentos.  Esa situación se reproduce hoy en México, donde el gobierno carece de recursos –económicos y técnicos–, para enfrentar un enemigo tan poderoso.

El diario “HOY” reprodujo ayer el texto de un cable, difundido por “Wikileaks”, acerca de la corrupción en la República Dominicana.  En la embajada de los EUA en la RD, algunos funcionarios estiman que la corrupción es “un modo de vida” aceptado por una gran parte de la población. A su juicio, se trata de una estructura que  incluye funcionarios públicos, empresarios y, en alguna medida,  a la judicatura.  Estos cables están fechados en 2005.

De entonces acá, cada uno de los asuntos descritos por los tres periódicos citados ha empeorado.  Los dominicanos que quieran seguir viviendo en Santo Domingo tendrán que participar en la vida pública, con todos los riesgos que ello implica.  Participar quiere decir intervenir en asuntos cívicos, comunitarios e incluso políticos.  Los jóvenes vigorosos, por supuesto, deben tener un papel central.   Los viejos darán consejos, aportarán “técnicas de supervivencia” aprendidas en el curso de muchos años de vida.  Los jóvenes que no sean adictos a las drogas, o que se hayan librado de ellas, serán líderes; viejos que no quieran emigrar serán consejeros.

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