A pleno pulmón
¿Qué pasa en la Rep. Dom.?

A pleno pulmón<BR>¿Qué pasa en la Rep. Dom.?

Ese día aquel hombre había tenido una agria discusión con su mujer por causa de un costoso electrodoméstico descompuesto. Como ocurre en muchas familias, la mujer empezó a hablar muy temprano y dos horas después no había terminado de hacer la lista completa de sus quejas.  El propio marido me contó que ella decía: “a mi hay que oírme; soy una mujer dedicada a su casa, a su familia; cuando yo digo una cosa se lo que estoy diciendo; tienen que hacerme caso”.   Harto de oír lo mismo, el hombre dio un portazo y salió a la calle sin saber bien donde iría.

 Cuando llegó a la calle principal que conduce a su oficina, decidió entrar en la estación del Metro; bajó las escaleras, hizo cola detrás de otras personas en boletería; enseguida echo a andar hasta el andén.  Ahí permaneció varios minutos mirando los rieles del tren… que paró justo delante de él y corrió las puertas.  Subió al vagón y se sentó en el primer asiento que vio vacío.  Al arrancar el tren acomodó la espalda y cerró los ojos.  Pero oyó una tos y entonces reparó en que frente a él viajaba un viejo delgadísimo que parecía recién salido de un hospital.

 –¿Estará tuberculoso?  Optó por cambiar de asiento.  Fue entonces cuando conocí al sujeto; se sentó a mi lado y sonrió. –¿Ha visto ese viejo que tose ahí atrás? tiene cara de estar muy enfermo.  –Eso lo verá todos los días si toma este tren; fíjese en esa mujer gorda con pantalones cortos; le faltan muchos dientes; lleva los zapatos rotos; acaba de decirle a la del pañuelo verde que no tiene trabajo, ni su marido tampoco.  Aquí se ve y se oye de todo.

 –Con solo observar a los pasajeros del tren sabrá lo mal que estamos viviendo en este país de nuestras culpas.  –¿En que trabaja usted?  –Soy periodista; escribo para un diario matutino.  –Yo vendo productos enlatados: sardinas, arenques, atún.  –¿En cual estación se quedará? –En la de la Universidad Autónoma.  –¿Estudia alguna carrera? –No; es mi hijo quien estudia allí; lo llamé para que me transportara a la casa.  Como ya sabe, salí furioso; pero volveré tranquilo.

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