A PLENO PULMON
¿Qué pasa en la Rep. Dom.?

<STRONG>A PLENO PULMON<BR></STRONG>¿Qué pasa en la Rep. Dom.?

Son muchas las personas que quedan atónitas al enterarse de “las cosas que ocurren en nuestro país”.  Unas veces se trata de inepcias de algún funcionario; en otras ocasiones el asombro se produce ante las malversaciones, desfalcos, abusos de confianza, que semanalmente reseña la prensa.  Los sucesos políticos,  desde luego, ganan los premios en eso de dejarnos boquiabiertos.

Los sueldos de algunos empleados públicos, las dietas de los miembros de este o aquel consejo, son asuntos penosos o irritantes, pero, en última instancia, de menor cuantía.  La cuestión gorda es que no hagamos nada para corregir la suerte de nuestros hijos y nietos.  ¿Cuál será el futuro de la educación – pública y privada – en República Dominicana? ¿Podremos, alguna vez, disponer de un sistema energético eficiente y confiable?

La pasividad de los ciudadanos corre pareja con la poca actividad de los grupos sociales organizados.  Los partidos  políticos muestran gran velocidad para “adaptarse a las circunstancias”; y muchísimos individuos se inscriben rápidamente en las listas para “tarjetas de solidaridad”. Para cobrar servicios políticos, aprovecharse de ellos u ofrecerlos, exhibimos la velocidad del relámpago. Para la verdadera solidaridad, la de “orquestar” la convivencia, andamos a paso de tortuga. En la escuela se nos enseña a ser “solistas”; nunca a participar en una coreografía de ballet social.

Definir qué cosa es un “chernaje” tal vez sea responsabilidad de los lexicógrafos.  Pero la palabra se emplea con tanto énfasis, que hace creer que todos conocen su significado.

Las quejas periódicas de los sacerdotes, de algunos periodistas, de personas con experiencia y “amor propio”, producen solamente rechiflas, burlas hirientes.  ¿Qué se han creído estos tipos?  ¿Pretenden que las cosas se hagan bien? ¿En qué país del mundo creen que viven? ¡Esto es un “chernaje”!  Definir qué cosa es un “chernaje” tal vez sea responsabilidad de los lexicógrafos.  Pero la palabra se emplea con tanto énfasis y con una frecuencia tal, que hace creer que todos conocen su significado estricto.

Los optimistas enfermizos, como es mi caso, creen que no hay caídas de las que el hombre no se reponga.  El trabajo de vivir conlleva muy diversos traumatismos.  Veo asomar por lugares inesperados síntomas de hartazgo y rebelión. Todavía estos atisbos necesitan un detonante. También requieren la aparición de arquitectos, lideres y capataces que hagan el montaje del escenario, coloquen en su sitio la utilería y repartan papeles a los actores. 

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