A PLENO PULMÓN
Quince años después

A PLENO PULMÓN<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2012/03/37B3CA00-0A7A-4F6E-B17C-9DFBB9AE4169.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=290 data-eio-rheight=390><noscript><img
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Hace quince años un grupo de ciudadanos dominicanos se tomó la libertad de escribir una carta al Presidente haitiano René Preval.  La firmaron tres mil dominicanos preocupados por el curso que llevaban entonces las relaciones dominico-haitianas.  También les angustiaba “el marco internacional” en que se desarrollaba la convivencia entre dos pueblos de una pequeña isla del Caribe.  Algunas personas dijeron que no firmarían “porque Preval no era un gobernante legítimo”. 

Otros declararon que “los particulares” no deben dirigirse a un jefe de Estado extranjero en ningún caso; esa es una facultad reservada a las autoridades dominicanas.  Si la comunicación no procede del Poder Ejecutivo o de la cancillería, “es un atrevimiento”, argumentaban.

 Esas opiniones evitaron que muchas personas accedieran a firmar la carta, en enero 10 de 1997.  A los firmantes les parecía que la Comisión Mixta Bilateral no desplegaba  actividad alguna en beneficio de los dos países;  tampoco el gobierno formulaba en aquel tiempo iniciativas prácticas que fuesen  conocidas por el público.  

Uno de los párrafos de la referida carta reza: “El drama actual de la economía de Haití, destrozada por el bloqueo de la ONU, es algo terrible, tanto para los haitianos como para los dominicanos.  Las tensiones políticas resultantes de la ocupación militar; de las divisiones de los partidos políticos, incluido el de SE; las dificultades para mantener el orden público con una pequeña policía, establecida después del desmantelamiento del ejército haitiano; todo ello nos llena de preocupación ante el porvenir.”

 “La declaración de SE, en el sentido de que estaba en peligro su seguridad y que “podría amanecer muerto sobre un charco de su propia sangre”, nos produce ansiedad y estupor”.  Desde aquellas fechas hemos avanzado, lentamente, en la elaboración de una Ley de Migración; y con paso de tortuga, en un reglamento para dicha Ley. 

El nuevo gobierno de Martelly experimenta hoy parecidos problemas internos.

 Otro párrafo advertía: “Los diplomáticos y funcionarios extranjeros que actúan en la articulación de esta política internacional, no conocen bien la psicología social de nuestros pueblos; por eso no tienen prudencia ni juicio de anticipación para prevenir –como los estadistas responsables-, guerras civiles y confrontaciones culturales o territoriales.” 

Es penoso comprobar que todo sigue igual.

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