A PLENO PULMÓN
Rastreo de palabras (6)

A PLENO PULMÓN<BR>Rastreo de palabras (6)

El erudito cubano Antonio Bachiller y Morales tradujo al español una parte de la obra de Fray Ramón Pané, originalmente escrita en catalán.  Esta crónica contiene valiosas referencias sobre palabras indígenas; también acerca de mitos, creencias y leyendas, de los pobladores de las Antillas.  De dicho libro existe “la versión de Tomás Minuesa”, de 1892, de la que se dice cubre “enteramente” la “Relación acerca de las antigüedades de los indios”.  El académico español Manuel Serrano Sanz es responsable de la vieja edición anotada de la obra.  Quiere decir que filólogos y lingüistas pueden emprender investigaciones, sobre “Quisqueya” o “Haití”, con firmes bases documentales.

 “Yaiti” es un árbol cubano de madera dura, usada para vigas y horcones.  El obispo Alejandro Geraldini, fallecido en Santo Domingo en 1524, escribe “itis” por “Haití” en “Itinerarium”.  A las regiones muy escarpadas se les llamaba haities o haitises; Las Casas creía que “Hayti”, la última sílaba aguda, se denominó y llamó toda esta isla”.  Acerca del vocablo “Haití” o “Ayti” Tejera informa que según “muchos autores” quiere decir “tierra alta”.  Agrega que hay dos secciones del municipio de Bayaguana denominadas, una Haití Mejía y otra Haití Rojas.  “Haytinal” es un horcón o una serie de ellos; también el sostén principal de una choza.

 En Santo Domingo la gente distingue entre “cuestiones de hechos” y “asuntos de palabras”.  Con lo cual se pretende enfatizar el valor de “las cosas reales” y disminuir la importancia de las palabras que las mencionan.  Lo verbal y lo tangible se tienen por dos mundos incomunicados.  No obstante, en el lenguaje coloquial se dice con frecuencia: fulano y zutano “se fueron de palabras”, sacaron las armas y se mataron a tiros.

 Cuando las palabras son gentilicios: borinqueño, haitiano, quisqueyano, dominicano, pueden dar lugar a hechos sangrientos y dolorosos.  No tenemos razones prácticas, económicas, jurídicas, para dejar de ser quisqueyanos, que somos por el uso, la costumbre y la historia.  Tampoco hay “motivos eruditos” que justifiquen abandonar un “nombre establecido”, lo que los expertos en mercadeo llaman “una marca”.  Dessalines designó la nueva República Negra con un vocablo taino.  Duarte, en el juramento de los trinitarios; nos denomina República Dominicana.  Quisqueyano es un añadido indígena tradicional.

Publicaciones Relacionadas