A PLENO PULMÓN
Rebeldías  enterradas  2

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El Antiguo Testamento es un libro esencialmente religioso; también contiene primitivos relatos históricos acerca del pueblo judío; además, incluye algunas enseñanzas políticas que jamás han perdido vigencia.  En el salmo 11 podemos leer: “cuando las bases mismas se vienen abajo, ¿qué puede hacer el hombre honrado?”.  En la hora presente hay personas que dicen: en esta guerra entre delincuentes multimillonarios no puede participar el hombre común; si los grandes jerarcas del comercio y de la industria a veces no tienen más camino que rendirse, ¿qué puede hacer un hombre pobre y sin ejército? Son palabras de resignación e impotencia.

 Existen hoy muchísimos países donde la gente se traga su indignación  ante políticos, delincuentes, especuladores financieros, que encanallecen la vida colectiva.  Deben reservar la rebeldía para el ámbito privado, preferiblemente doméstico.  Finalmente, aprenden a vivir con una máscara permanente, como los actores del antiguo teatro griego.  El ensayista y novelista Mario Vargas Llosa ha publicado recientemente un libro titulado “La civilización del espectáculo”.  Trata el autor de explicar “la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”.

 Este libro merece una extensa reseña crítica.  Pero hoy me limitaré a señalar dos pequeños detalles”: uno referente a los políticos, otro en conexión con el arte pictórico.  Escribe Vargas Llosa”: “En la civilización del espectáculo la política ha experimentado una banalización acaso tan pronunciada como la literatura, el cine y las artes plásticas, lo que significa que en ella la publicidad y sus eslóganes, lugares comunes, frivolidades, modas y tics, ocupan casi enteramente el quehacer antes dedicado a razones, programas, ideas y doctrinas”. 

 “El político de nuestros días, si quiere conservar su popularidad, está obligado a dar una atención primordial al gesto y a la forma, que importan más que sus valores, convicciones y principios”. Según el escritor peruano, “en… la pintura  es el sistema… que está podrido… y muchas veces los artistas más dotados y auténticos  no encuentran el camino del público por ser insobornables o simplemente ineptos para lidiar en la jungla deshonesta donde se deciden los éxitos y fracasos artísticos”.  Las viejas rebeldías han sido suprimidas.

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