A PLENO PULMÓN
Rebeldías  enterradas

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Rebeldías  enterradas

La emisora de radio que establecieron los guerrilleros de Fidel Castro en la Sierra Maestra se llamaba “Radio Rebelde”; un periódico cubano de larga historia revolucionaria se llama “Juventud Rebelde”.  En estos casos la rebeldía era esencialmente política.  Los “barbudos” luchaban “contra el orden establecido”: la dictadura de Fulgencio Batista.  Pero también han existido rebeldes no primariamente políticos.  Rebeldes artísticos han sido muchos: en la música, en la pintura, la poesía, la literatura o el pensamiento.  Hubo mujeres que expresaron su rebeldía ante las limitaciones sociales impuestas al sexo femenino.  Estudiantes de diversas épocas han manifestado rebeldía frente al “sistema educativo imperante”.

 Según parece, la rebeldía ha ido disminuyendo en todas partes en los últimos tiempos.  Es un fenómeno extraño, pues motivos para quejarse no faltan.  Los problemas económicos han afectado a Europa, los E.U.A. y otros países; los “recortes” del presupuesto gubernamental en España han provocado protestas formales, movilizaciones sindicales.  Pero nada de esto es la verdadera rebeldía, una actitud de rechazo radical a las circunstancias concretas en que nos toca vivir.  ¿Por qué la gente prefiere sufrir callada y adaptarse a toda clase de vejaciones? Tal vez porque haya desaparecido la esperanza de que una rebelión violenta sea capaz de despejar nuestro horizonte social.

 En muchos lugares del mundo hay situaciones políticas, sociales, económicas, que sería adecuado llamar callejones sin salida.  ¿Cómo librarse de la tiranía de los partidos políticos? Algunos dirigentes políticos son semejantes a “marcas” acreditadas de productos de consumo masivo: todos los piden.  En Rusia, Putin y Medvedev pueden jugar “ping pong” con el poder del Estado.  En Cuba, los hermanos Castro y otros “ancianos del partido”, monopolizan el control del gobierno.  Después de cincuenta  años en el poder, han iniciado una “reforma económica”.

 En países que no han experimentado revoluciones radicales, como en los casos de Rusia y Cuba, los sentimientos colectivos son parecidos.  La gente parece estar hastiada de crisis bursátiles, rescates de endeudamiento, oscilaciones monetarias, quiebras de bancos.  Piensan que la rebeldía no es suficiente para enfrentar el tinglado de los mercados internacionales.  Ni el capitalismo ni el socialismo conservan el encanto ideológico de otros tiempos.  ¿Es preferible enterrar la rebeldía y dedicarse a marcar el paso?

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