A PLENO PULMÓN
Referendos y considerandos

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La política dominicana es cuento de nunca acabar.   No sólo por lo que ocurre “por arriba” sino también por lo que se prepara “por abajo”.  Lo que se dice a los periodistas, o se hace y dispone abiertamente, es  distinto de lo que “se arregla o cocina” por “lo bajo”.  Ciertas declaraciones producen risa, como es “el caso de Crisóstomo y su papá”.  Otras “actitudes administrativas”, en conexión con “nominillas”, causan “pocas reacciones adversas”.  A menos que se trate de una “tropilla religiosa”, como ocurrió en el Programa de Reducción de Apagones.

El sistema de votación en las cámaras legislativas, moderno, automático, electrónico, debería reformarse junto con la Carta Magna, para “regresar” al procedimiento de “echar papelitos” en un sombrero. El auge publicitario del Presidente Zelaya es “coyuntura” adecuada para que acepten dicho cambio todos los partidos políticos: sean de gobierno, de medio gobierno, de media oposición, de adorno o de compañía.  El gobierno mejor asesorado del mundo es el gobierno dominicano.  El “staff” de asesores incluye “pares complementarios”.  Por ejemplo, el “asesor gastronómico” va de la mano con el “asesor digestivo”.

Es deseable que lo que se ponga sobre la “mesa política”, además de estar bien servido y aderezado, sea “digerido” fácilmente  por la población.  Los chistes en relación con “la revisora” proliferan en medio de una atmósfera festiva con algunos ribetes de indignación.  Los asambleístas decidieron no incluir en la nueva Constitución la figura jurídica llamada “referendo revocatorio”.  Se dice que a un legislador le explicaron que ese “instrumento” podría aplicarse a funcionarios elegidos por voto directo. –¿Podrían revocar mi mandato como diputado? preguntó.  –Claro que sí, contestó un asesor.  –Entonces, el “referendo revocatorio” equivale al “considerando persecutorio”, concluyó el diputado.

El presidente del Senado considera que las personas que rechazan la nueva Constitución son “perversas” y “rayan en la ignominia”.  Ignominia significa “afrenta pública”, que es, precisamente, de lo que se acusa a los revisores de  la Constitución.  El Secretario de la Presidencia ha llegado a decir que quienes objetan los trabajos de “la revisora” son “acomplejados” que desearían ser “protagonistas”.  Para colmo, añade que los grupos que protestan crean “alharaca sin tener fuerza”. Ambos políticos tienen mucha fuerza y poca razón.

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