A PLENO PULMÓN
Reglas gramaticales

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La Nueva Gramática de la Lengua Española se ha “puesto en circulación” en la República Dominicana.  Al acto ceremonial asistieron representantes de las empresas editoras de la obra. El escenario fue el auditorio de la Academia Dominicana de la Lengua.  Se trata de un libro técnico que estudia los giros del lenguaje, las formas de construcción y modalidades expresivas, de todas las sociedades que hablan nuestro idioma.  La lengua española es hoy una de las lenguas más habladas en el mundo.  Unos 500 millones de personas hablan todos los días en español.

 De los 1,350 millones de habitantes de la China continental, tal vez 900 millones hablan mandarín.  El español y el inglés le siguen inmediatamente en la clasificación por número de hablantes.  Los académicos dominicanos de número: Bruno Rosario Candelier, Manuel Núñez, Ramón Emilio Reyes, explicaron al público presente en el salón  diversos aspectos de la nueva gramática.  El director de la academia dominicana dio a conocer la forma en que se coordinaron los trabajos para diferentes áreas lingüísticas de América, de España, el Caribe continental, las Antillas, los EUA.

En la elaboración del texto jugaron papeles de primer orden: la Asociación de Academias de la Lengua Española y su secretario general, el académico puertorriqueño Humberto López Morales.  La Comisión de Información Lingüística y Neologismos de la Real Academia Española, realizó también un trabajo extraordinario.  Los académicos dominicanos destacaron las capacidades, entusiasmo y laboriosidad, del lingüista  Ignacio Bosque.  El vocablo gramática procede de la voz griega “grama” que significa letra.  Llegó a la lengua española a través del latín. La primera gramática de una lengua romance fue la gramática castellana de Antonio de Nebrija, redactada en 1492.  Paradójicamente, un andalúz escribió las reglas del idioma de los castellanos.

La gramática fue para los jóvenes griegos algo así como “el arte de bregar con letras y textos”; en primer lugar, textos antiguos.  Las tradiciones y mitos griegos podían ser transmitidos dramáticamente a través de los hermosos poemas homéricos.  En el siglo IV antes de Cristo la vieja lengua de Homero estaba muerta.   Había que “aprenderla”; se había convertido en un saber de arqueólogos.  Se enseñaba, por supuesto, a la fuerza. Algo de eso perdura aún.

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