No hay dudas de que en nuestro país existen playas hermosas con arenas blancas de coral y aguas cambiantes: azules, plateadas, verdinegras. Las hay de rompientes suaves, con un oleaje acogedor, casi sanitario. Si no fuera así no habría tantos hoteleros extranjeros interesados en comprar tierras al borde del mar. Las playas dominicanas no se parecen a las caletas grises del Océano Pacífico, que producen tristeza y angustia. La famosa casa de Neruda en Isla Negra, cerca de Valparaíso, rodeada de algas negruzcas, es depresiva para un caribeño; o, por lo menos, causa melancolía.
La flora de la isla de Santo Domingo fue el encanto de Moscoso Puello, autor de un catálogo de plantas dominicanas; y también de algunos naturalistas europeos. Flores, árboles, helechos, gramíneas, embellecen nuestros campos y playas. Mirar desde el Santo Cerro el Valle de la Vega Real es un espectáculo estimulante del sistema nervioso central. La naturaleza de las islas del Caribe puede calificarse de prodigiosa sin incurrir en exageración. Lo mismo podríamos decir de la avifauna dominicana. Varios investigadores extranjeros han clasificado pájaros de esta isla.
Hay libros con descripciones de pájaros y grabaciones de los cantos característicos de docenas de aves endémicas de La Española. De las playas, de la vegetación, de los pájaros, no podemos quejarnos con fundamento. En cuanto a las aves: ni del plumaje, ni de los huevos, ni del canto. Pero hay personas que al oír elogios de la flora y la fauna, responden: el problema está en la gente, en los pobladores de la isla; y enseguida despotrican contra los dominicanos todos. Estoy en desacuerdo. Creo que millones de dominicanos desean, de todo corazón, tener una mejor nación.
El problema que nos obstruye social y económicamente parece estar en la organización. Montones de dominicanos triunfan en el exterior y desarrollan plenamente sus capacidades. En los deportes: evidente; las Grandes Ligas de Béisbol están llenas de estrellas dominicanas. Lo mismo ocurre con médicos, diseñadores de ropa, educadores, escritores, empresarios. El rendimiento de los individuos esta conectado con la organización social; el éxito de las personas, con la disciplina y voluntad de trabajar. Tenemos fauna y flora de primera clase; gente buena también; pero ninguna organización.