A PLENO PULMÓN
Reprimenda a la rosa

A PLENO PULMÓN<BR>Reprimenda a la rosa

El gran poeta chileno Vicente Huidobro escribió muchos poemas memorables.  En lengua española, por supuesto; pero también publicó en francés “Otoño regulado”.  Sin embargo, todos los días es recordado por su “Arte poética”, donde exhorta a los poetas a no cantar la rosa, simplemente, cuando su deber es hacerla “florecer en el poema”.  Para el autor de “Temblor de cielo” la obra de arte ha de parecernos tan real como la realidad misma.  A pesar de provenir de una familia adinerada, Huidobro fue un activista político del Partido Comunista de Chile.  Proclamaba: “Que el verso sea como una llave/ que abra mil puertas”.  En ese famoso poema Huidobro afirmó: “el adjetivo, cuando no da vida, mata”.  Una recomendación válida para poetas y periodistas. 

Antes de concluir dijo: “Por que cantáis la rosa, ¡Oh poetas!/ hacedla florecer en el poema”.  Solamente los poetas están obligados a tanto.  El poeta dominicano Rafael Américo Henríquez compuso “Norma”, para establecer sus propias reglas estéticas: “Exprimir de la luz/ todo su contenido:/ árbol, agua, sendero…/ a cielo suficiente, a pájaro bastante;/ latir en el sentido/ humilde la vida;/ con ímpetu consciente/ quedar en lo cantado,/ y ser en hora alguna/ más verde que lo verde,/ más luna que la luna”.

Mieses Burgos quiso que la rosa fuese cantada, florecida y cuestionada.  Pretendía que la viéramos florecer y morir en el mismo poema.  “la simple rosa fácil para todos,/ al tallo del rosa crucificada;/ la que asomada, pública y desnuda,/ al borde de la brisa vocifera/ como el mejor pregón de su perfume”. Para Mieses Burgos la rosa es “pequeño sol botánico encendido”, además: “¡Cerrado nudo de color y aroma!”; y también, “mariposa encadenada/ a su única forma llevadera”.

Pero los poetas intentan siempre transgredir los límites de la percepción sensorial y de la lógica.  F.M.B. llama a la rosa del jardín “rosa mortal de vida transitoria”.  La realidad artística es para ellos una realidad mayor, permanente, conectada a la vida de los seres humanos.  Mieses Burgos descubre que la rosa “empieza a morir todos los días/ en su ataúd de pétalos atados”.  La recrimina porque “la distraída rosa sin memoria… se olvida de la oscura proletaria raíz que la levanta”.

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