A PLENO PULMÓN
Resistencia difusa

A PLENO PULMÓN<BR>Resistencia difusa

Sociedades sometidas durante largos periodos al control de dictaduras militares, después de muchísimos sufrimientos, logran zafarse los grilletes mediante una inaprensible “resistencia difusa”.  Túnez, Egipto, Libia, son ejemplos recientes de rebelión contra añejos regímenes que parecían inamovibles.  En el petrificado mundo árabe, en África del Norte y otros lugares, la gente ha empezado a protestar, a manifestar abiertamente que cambien los procedimientos políticos habituales.   Sujetos como Ben Ali, Hosni Mubarak,  Muamar Kadafi, han sido  centro  de noticias  en el pasado inmediato.   En Siria, a pesar de la represión inmisericorde que ejerce el gobierno de Bashar al-Assad, la población insiste en desafiar un régimen ilegítimo empecinado en perpetuarse.

Como se ha visto ya en América del Sur, Stroessner, Videla, Pinochet, finalmente, fueron colocados en los puestos que merecen, con las calificaciones que les corresponden.  Todos los títulos honoríficos de los tiranos, uniformes, charreteras, entorchados y caireles, no consiguen ocultar el verdadero carácter de sus gobiernos.  Fujimori, Noriega, Duvalier,  son hoy residuos humanos.  Representan para sus respectivos pueblos unas conductas abominables.  Pero mientras estuvieron en el poder se creyeron semidioses y les pareció adecuado cometer toda clase de tropelías.  Ahora podemos apreciar su verdadera estatura.

Hay países que disfrutan de gobiernos formalmente democráticos, donde se celebran elecciones periódicas y se goza de libertades públicas.  Entre esos países está la RD.  En Santo Domingo la libertad de expresión y difusión del pensamiento es una realidad estable, que en ocasiones roza con el exceso.  Además, en nuestro país hay “pluralidad partidaria”.  Pero nada de eso impide que los electores sean narigoneados  como reses cada cuatro años; ni que los políticos, luego de concluir cada consulta electoral se sientan “sueltos de las dos manos”.  Una para dar bofetadas y otra para robar dinero y meterlo en sus bolsillos. 

Este es el punto neurálgico que “engrengreña” muchas sociedades contemporáneas; la clase política hace lo que le da la gana: cobra impuestos y los dilapida; administra recursos y no presenta las cuentas; se enriquece y no explica de dónde proceden los ingresos; jueces y policías actúan selectivamente.  Actualmente no tenemos manera de alcanzar el “voto de censura” o el “referendo revocatorio”.  Necesitamos urgentemente “poderes compensatorios” que no se obtendrán sin “resistencia difusa”.

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