A PLENO PULMÓN
Revolver las barajas

A PLENO PULMÓN<BR>Revolver las barajas

–Claro; revolverlas mucho para mantenerlas separadas; no debemos dejar que se peguen las barajas unas de otras y queden juntos dos ases o dos reyes: ¿Por qué ahí, en ese colmadón, remueven tanto las fichas del dominó?  Obviamente, para que se repartan los seis, los blancos o los tres; el caso es que no le toque una familia completa de números a un sólo jugador.  Pero el dominó es un juego gobernado principalmente por el cálculo; en las barajas  hay ingredientes extraños o misteriosos. Se trata del azar, de la fortuna extrema que es levantar una carta boca abajo y ganar un dineral. 

  –Las barajas siempre han excitado mi curiosidad.  Desde niño, me llamaban la atención por la ornamentación del diseño, por la perfecta impresión litográfica, por las antiguas simbologías que arrastran.  Una jovencita del cuarto año de primaria me dijo una vez: “cuando seas grande tendrás un bigote retorcido como un rey de la baraja”.  Lo tomé por un halago o una predicción honrosa, en boca de una niña inocente.  Después supe que en España había prestigiosos fabricantes de barajas de ilustre tradición artesanal.  Los hijos de Heraclio Fournier son una familia famosa por la confección de naipes “de larga duración”.  En garitos y casinos se aprecia muchísimo esa marca de barajas.

 –Pero lo peor de todo está en los “asuntos infernales” que se han ido tejiendo alrededor de las barajas.  La baraja francesa, la española, se usan en benignos juegos de mesa, en las apuestas menores de socios de clubes sociales y sororidades; no tienen ningún rasgo peligroso de hechicería, como le atribuyen al “tarot”.  Las cartas comunes están, ciertamente, conectadas con la suerte; pero no con la magia medieval.  Hoy configuraciones de ciertas barajas calificadas de terroríficas.

 –¿Será verdad que es posible “enviar” maldiciones a través de barajas?  Se dice que la “lectura del porvenir” en las barajas implica riesgos para quien consulta.   Si la persona que “echa las cartas” es perversa puede enfermar al cliente desprevenido.  Eso opinan los “entendidos en la materia”.  No se deben “forzar” las revelaciones de barajas; han de venir, espontáneamente, con parsimonia propia de misterios recónditos.  Según el poeta William Blake, “la maldición fortalece” al maldiciente.

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