A PLENO PULMÓN
Sabidurías de viejos

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Reunirse con personas mayores tiene algunos inconvenientes.  Se corre el riesgo de oír largas conversaciones acerca de enfermedades crónicas o del uso prolongado de ciertos medicamentos de moda.  Las personas jóvenes pueden aburrirse de escuchar tantos discursos sobre “achaques y dolamas”.  Además, los viejos tienden a repetir ciertas “muletillas” o comodines expresivos, a contar las mismas historias una y otra vez.  A veces sufren repentinas “desmemorias” que provocan interrupciones de la charla… hasta qué regresen a su lugar en el cerebro los nombres olvidados.  Un hombre excepcional, que fue siempre un magnífico expositor, como sin duda lo era Juan Bosch, llegó a repetir a cada momento, ¿comprende?

 Los ancianos que no son escritores, ni están habituados a hablar en público, por lo general contraen algunas “manías de dicción”: ¿Qué te parece? ¿Está claro? ¿Tú me oyes? ¡Te lo digo yo!  ¡Hazme caso! Si una persona joven aprende a tolerar estos “inconvenientes” menores, podría ganar algunas “compensaciones” de su trato con personas de avanzada edad. Los viejos, que han visto morir a muchos de sus amigos, saben que ellos “no son inmortales”; que estarán sobre la tierra durante “tiempo cada vez más limitado”.  Van, lentamente, amasando visiones acerca de la vida humana que los jóvenes ni siquiera sospechan.

 Algunos viejos pretenden “dejar sus asuntos arreglados”.  Quieren que sus ahorros pasen a manos de sus familias sin ninguna dificultad; que los gastos de médicos no empobrezcan a las esposas o a los hijos.  Esa clase de ancianos firma contratos de seguro de vida, de servicios hospitalarios y quirúrgicos; cuando son ricos, redactan testamentos.  También hay viejitos turbulentos que estiman que la vida es “permanente efervescencia”; que unos salen y otros entran al “gran teatro del mundo”. Estos suelen decir: “el que venga atrás que arree”.  Añaden: lo que ocurra después de mi muerte “no es asunto mío”.

 Sin embargo, el tema más atractivo sobre el cual los viejos pueden enseñar a los jóvenes es el de la política.  Esta actividad, para ser entendida, requiere evaluaciones a largo plazo. Bajo los efectos de un par de “whiskeys” un viejo con experiencia es capaz de revelar cualquier misterio: “El buen gobierno es la comprensión astuta de las pasiones humanas”.

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