A PLENO PULMÓN
Sabidurías explosivas

A PLENO PULMÓN<BR>Sabidurías explosivas

Profesionales de la psicología pregonan que sin inteligencia y sensibilidad no es posible realizar ningún acto creador.  Aplican este punto de vista a escritores, pintores, científicos, pensadores, poetas.  Desde luego, la inteligencia “no es profesión”, como afirmaba un filósofo español del siglo pasado.  Hemos visto muchísimas placas, en oficinas y consultorios, que dicen: Juan Pérez, abogado; o Pedro Rodríguez, médico.  Nunca he visto ninguna que diga: José Martínez, inteligente.  Ni siquiera el desdichado poeta cabrero de Orihuela pudo escribir en su tarjeta de presentación: Miguel Hernández, sensible.  En general, los individuos muy inteligentes encuentran dificultades sociales por causa de su agudeza mental.

 Ese fue el caso de Anaxágoras y Sócrates, dos filósofos de la antigüedad perseguidos encarnizadamente por su “desmesurada” actividad intelectual.  Las profesiones se ejercen para “ganarse la vida” económicamente.  Pero la inteligencia –que no es profesión- sirve a menudo para “ganarse la muerte”; o para ser escogido candidato a las prisiones preventivas.  William Blake, poeta y pintor, hombre inteligentísimo, era considerado en su tiempo un excéntrico, un simple loco extravagante.  Siendo niño dijo haber visto “el entierro de una hada”.  Ante ese exceso de imaginación, su padre declaró que el muchacho necesitaba una buena ración de palos.  La madre, en cambio, opinó que el niño debería recibir mejor educación.

 La inteligencia de Galileo Galilei le llevó a confrontar problemas con la Iglesia católica; lo mismo ocurrió con el judío Baruch   Spinoza, quien fue procesado por el rabinato.  Conflictos religiosos no son los únicos trastornos que puede acarrear la inteligencia, pues, al fin y al cabo, la teología es un esfuerzo del intelecto por llegar a tocar la divinidad, así sea tangencialmente.

 Los escollos políticos de los hombres inteligentes son de diversas clases.  Una fuente está en la simplificación esquemática a la que tiende, inexorablemente, la política: amigos o enemigos, sin posibles términos medios.  Otra fuente es la intolerancia;  en ciertas circunstancias los gobiernos –revolucionarios y conservadores- no permiten pensar de modo distinto de la “línea oficial”.  Con el desarrollo de la electrónica han surgido nuevos peligros para la inteligencia.  Los expertos en física nuclear son calificados como “intrínsecamente peligrosos”.   Gobernantes y militares ven a estos científicos como si ellos mismos fuesen armamentos explosivos.

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