A PLENO PULMÓN
San Caralampio viejo

A PLENO PULMÓN<BR>San Caralampio viejo

En los templos de la Iglesia Ortodoxa el culto se celebra de pies.  No hay bancos donde los feligreses puedan sentarse a escuchar la predicación del sacerdote.  Algunos púlpitos están empotrados en las paredes, por encima de las cabezas de los que asisten a las ceremonias.  Para atender al oficiante los fieles deben mirar hacia arriba.  Al hacerlo topan con las imágenes de los santos de las devociones ortodoxas, que rodean el espacio principal del templo.  A ese lugar llaman “iconostasio” porque ahí se reúnen casi todos los iconos de santos de los primeros siglos de la iglesia cristiana.

Es frecuente que esos santos estén representados en cuadros hechos con trozos pequeñísimos de cerámica coloreada.  Las viejísimas técnicas del arte bizantino del “mosaiquillo” han experimentado un “desarrollo separado”, en Rusia y otros lugares.  Las obras así ejecutadas dan la impresión de ser óleos sobre tela y no mosaicos adheridos a una tabla o a las paredes mismas.  Los iconos transmiten al visitante vivísimas expresiones de dolor, de angustia, dulzura o arrobamiento místico.  Los artistas consiguen que los ojos, las bocas, los músculos de la cara, de cada uno de los santos, reflejen algo de su carácter o de su historia personal.

Existe un célebre icono –copiado miles de veces- que aspira a darnos la efigie de un santo de la Iglesia primitiva martirizado a comienzos del siglo tercero: San Caralampio.  Aparece con una larga barba plateada, rostro cejijunto y expresión empecinada.  San Caralampio fue un sacerdote del que se dice murió torturado a la edad de 107 años.  El hecho ocurrió en tiempos del emperador romano Septimio Severo.  Según la tradición, San Caralampio estuvo acusado de ser “peligroso para la seguridad del imperio porque provocaba rebelión en el pueblo”.  Los soldados desvistieron al viejo Caralampio y lo “lastimaron con garras de hierro”.

La festividad de San Caralampio se celebra el segundo domingo de septiembre. Es considerado el mártir de mayor edad en toda la historia del cristianismo.  Reliquias de su cuerpo se conservan en el Monte Atos; el cráneo del santo está “guardado” en el monasterio de San Esteban Meteora, en Grecia.  Es una edificación levantada sobre una roca que parece suspendida en el aire.

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