A PLENO PULMÓN
Sermón del periodista

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El próximo domingo participaré en un curso acerca de  periodismo cultural organizado por el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), con el auspicio del Ministerio de Cultura y cooperación  del gobierno de España.  En el año 2007 fui invitado a una reunión académica sobre “filosofía de la comunicación”.  En aquella ocasión “soslayé” provisionalmente entrar en formulaciones abstractas de la comunicación y del lenguaje.  Preferí preguntarme ¿Cómo debe ejercerse la comunicación periodística en una sociedad determinada?  ¿Con qué normas y objetivos ha de practicarse el periodismo  responsable en la República Dominicana?

 Los expertos en lógica matemática, los filósofos del lenguaje, son capaces de modificar profundamente nuestras ideas acerca de la comunicación verbal o escrita.  Las estructuras sintácticas de cualquier idioma  condicionan intelectualmente a los hablantes y a los escritores.  No quise que ese “magno asunto” fuera el eje de las conversaciones.  La mera comunicación periodística, en todas sus formas y matices, me pareció un ancho camino a seguir.  Las reseñas de libros, las crónicas de conferencias y seminarios, se consideran trabajos de “periodismo cultural”.  No hay que decir que una entrevista a un escritor es parte de este “subgénero”. 

 En esta columna me referí una vez a la entrevista que hizo el poeta Rudyard Kipling al escritor norteamericano Mark Twain.  En este caso se trataba de dos escritores “de gran relieve”.  Opiné entonces que un entrevistador debe “hacer bien su trabajo” aunque su “estatura” sea menor que la del entrevistado.  La entrevista es una arte difícil.  Requiere respeto por el entrevistado sin dejar de exigirle que “vaya al grano”.

 El entrevistador no puede mostrarse “complaciente”, ni “imperioso”; le han “concedido” la entrevista y permitido hablar con un hombre ocupado, importante, poderoso; el público quiere saber lo que piensa el entrevistado;  las opiniones del entrevistador le interesan muy poco.  Su misión básica es mostrar y, a la vez, auscultar.

 No debemos adoptar sin crítica los usos periodísticos extranjeros; son frutos de otras culturas, me atreví a decir.  En vez de adoptar es menester adaptar.  Adaptarnos a la concreta situación histórica de nuestra sociedad.  Tenemos la obligación de informar con precisión y justeza; también la de apañar ciertos deslizamientos en la educación y las actitudes de quienes nos rodean.

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