A PLENO PULMÓN
Sin ornato ni perfume

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José Ortega y Gasset falleció en 1955. Tenia entonces 72 años; la dictadura del generalísimo Franco intento “controlar” las noticias que se publicarían con motivo de su muerte.  El gobierno hizo circular entre los periodistas “directrices” de información en las cuales “se establecía” el numero de columnas y el tamaño de las ilustraciones que deberían tener las crónicas del funeral.  Se recomendó no publicar fotografías de “Ortega en vida”; lo cual significaba que las reseñas sólo podían reproducir el cadáver o el féretro.  Gracias a  Dios, hubo periódicos que no respetaron las “instrucciones” y publicaron extensos escritos en honra de Ortega.

Como casi siempre ocurre con los escritores, dejó al morir varios libros inconclusos.  Las editoriales “Revista de Occidente” y “Emece” publicaron en los años siguientes varios textos de cursos dictados por Ortega, de trabajos estrictamente filosóficos que no llegó a terminar.  En 1960 el “Fondo de Cultura Económica” publicó “Origen y epilogo de la filosofía”, una obra destinada a ser un “volumen de 400 a 700 paginas, y para él, el más importante de sus libros”, según informaban los editores.  Ortega solamente pudo escribir poco más de cien páginas.  Ese libro, publicado separadamente, haría las funciones de “epilogo” a la “Historia de la Filosofía” de Julián Marías.

La sección VIII de dicho escrito esta dedicada a “La actitud de Parménides y Heráclito”.  Ortega pretende desentrañar el estilo y las necesidades expresivas de ambos pensadores primigenios.  El primero escribe un “poema solemne”; el segundo, unos agresivos dichos enigmáticos.  Heráclito muestra su individualidad sin ningún tapujo retórico.  Es lo contrario de un diplomático.  El fragmento 92 del soberbio Heráclito, declara: “La Sibila que dice con boca delirante cosas sin chiste, sin ornato y sin perfume, llega con su voz a milenios porque el Dios la insufla”.

Ortega explica que las sentencias fulminantes de Heráclito son “dinamita doctrinal”, frases de alta potencia expresiva.  Pero cuando las emociones de los hombres son cautelosas o medrosas “la estilización” busca efectos opuestos: hacer inexpresivo el lenguaje ordinario.  En una nota que aparece en la pagina 85 Ortega pone el ejemplo del lenguaje diplomático: “todo él evasivo, en el eufemismo que suplanta la expresión fuertemente intuitiva por otra difuminada y aguanosa”. 

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