A PLENO PULMÓN
Sin pasaporte de cosmópolis

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A Diógenes el Cínico le preguntaron que “de dónde venía”; él contestó: “soy ciudadano del mundo”.  Ser miembro de un sola “polis” le parecía poca cosa, una limitación o empequeñecimiento.  Diógenes de Sinope vivió entre 413 y 327, antes de Cristo. La versión de tal pregunta procede de Diógenes Laercio, un sujeto de borrosa existencia al que se atribuye el libro: “Vidas y opiniones de los filósofos”.  Los eruditos concuerdan en que dicho texto se compuso en 225 o 250, después de Cristo.  Sinope fue una colonia griega en el Mar Negro.  Apunto todo esto para enfatizar que la discusión entre “nacionalistas” y “cosmopolitas” es muy antigua.  Los “kosmou polités”, ciudadanos del mundo, equivalen a los que hoy llamamos partidarios de la “globalización”.

 Ante la pequeñez de las naciones “individuales”, se nos presentan los “esquemas de integración económica regional”, las monedas “únicas”, el gobierno “mundial”, el “nuevo orden internacional”.  Nos seduce la grandísima extensión de “lo universal”; y nos avergüenza la estrechez local, el “provincianismo pueblerino”.  La rapidez de las comunicaciones, la inmediata transmisión de los sacudimientos económicos internacionales, nos hacen dudar de la importancia de “la nacionalidad”, de la adscripción o pertenencia a la diminuta tierra donde nacimos, crecimos y padecemos.  Se ha llegado a decir que el “patriotismo” está pasado de moda; que las naciones, que se consolidaron después de la Paz de Westfalia, están tocando a su fin.  Se pronostica el “réquiem” por las naciones viejas.

 El novelista mexicano Carlos Fuentes ha dicho que “no hay globalidad que valga sin localidad que sirva”.  Los países grandes, poderosos, con economías desarrolladas, siguen siendo grandes, poderosos, desarrollados.  Los países pequeños continúan pequeños y sin crecimiento económico.  Sus “ciudadanos” emigran a los grandes buscando trabajo, protección médica, posibilidad de adquirir educación técnica “a la altura de los tiempos”.

El poeta norteamericano Robert Pinsky escribió que el sentido más antiguo de la palabra “kosmos” es “poblado”.  Para Pinsky hay un eros del mercado que se opone a un eros de la patria.  El “poblado” más extenso es el mercado internacional.  Cree que hasta el “patrioterismo” es una forma de amor… distorsionado por la pasión.  Opina que la bandera nacional debe ondear “sobre las escaleras del mercado”.

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