Durante el pasado fin de semana circuló la noticia de que el ex teniente de la policía Fernando de los Santos se había refugiado en Haití para evadir una orden internacional de captura expedida por Interpol. Según esas noticias, de los Santos conocido por el terrífico mote de La Soga- vivía allí protegido por un famoso narcotraficante, cuyo nombre no se dio a conocer. No obstante, se dijo que dicho traficante tiene su centro de operaciones en Juana Méndez, un pequeño poblado fronterizo. Es razonable colegir que en una comunidad tan diminuta cada habitante sabe quién es quién. Estas informaciones procedían de una fuente vinculada al Ministerio Público.
Es de esperar que los fiscales estén informados sobre los casos puestos a su cargo, sobre todo si llegan a formar abultados expedientes. La fiscal de Santiago, Luisa Liranzo Sánchez, explicó a varios periodistas que las investigaciones en conexión con La soga estaban abiertas. La Policía Internacional confirmó el jueves a Diario Libre que había distribuido la fotografía de La soga en 189 países. El teniente La soga estuvo 20 años en servicio activo dentro de la Policía Nacional. Se estima que encabezó un comando denominado El equipo, especializado en ejecuciones extrajudiciales, como llaman en nuestro país a esta clase de crímenes.
Pero ayer, el teniente de los Santos declaró a la prensa que se encuentra en territorio dominicano; y no se entregará a las autoridades que lo persiguen porque tiene miedo de ser asesinado en la cárcel. Atribuyen a La soga unas treinta muertes; sin embargo, a medida que las pesquisas avanzan han surgido nuevos expedientes. La soga es buscado por dos crímenes recientes que tuvieron lugar en Santiago, en el Ensanche Libertad. Dos jóvenes aparecieron muertos, atados de pies y manos, en la presa de Bao.
Entre las muchas historias que circularon sobre el ex teniente la semana pasada, figura la de que lo mataron sus compañeros de El equipo, quienes lo lanzaron al Océano Atlántico. La declaración del perseguido echa por tierra la versión de muerte y desaparición en el mar. Pero muestra de manera fehaciente que nuestra sociedad no disfruta de seguridad alguna; nadie se siente seguro en prisión. La soga parece tener numerosos nudos.