A PLENO PULMÓN
Subsidiado y soñativo

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Subsidiado y soñativo

Los funcionarios del gobierno afirman que las trabajadoras domésticas “estarán cubiertas por la Seguridad Social”.  Estiman que un verdadero “Sistema de Seguridad” exige una cobertura “universal”, esto es, que su protección abarque a todo el mundo.  De lo contrario no podría llamarse, con propiedad, ni “social”, ni “seguridad”.  El punto difícil es saber cómo financiar la seguridad social en cada país, sea rico o pobre.  ¿Quién pagará “la seguridad”?  ¿El trabajador?  ¿El patrono?  ¿El Estado?  En todos los casos el costo “del sistema”  lo pagará “la economía” del país donde se aplique el programa.  Sea “contributivo” o “subsidiado”, gravitará siempre sobre los hombros de “los habitantes”.

Las mujeres con  hijos que salen a trabajar en oficinas, privadas o gubernamentales, contratan trabajadoras domésticas “para no dejar la casa sola”, a merced de los ladrones; “para tener alguien que limpie y cocine”; también para que haya quien “le eche los ojos a los muchachos”.  Son tres poderosas razones que influyen en el nivel de empleo de trabajadores domésticos.  Por lo menos en el ámbito de la clase media dominicana.

Un sociólogo y politólogo “de cafetería” opinó enseguida: “lo bueno sería instalar guarderías infantiles”… para que las madres acudieran al trabajo y dejaran los niños “en buenas manos”.  Así no pagarían “sirvientes, ni sirvientas”, que pudieran abusar sexualmente de los menores.  Y concluyó: los empleos que se pierdan en el sector privado se “recuperarían” en el sector público a través de las “guarderías del Estado”.  Sería una simple “transferencia de servicios”, dijo pomposamente, levantando el dedo pulgar.

Al oír todo esto un vecino de mesa dijo: en adición habría que establecer Salas de Siesta “contributivas” y, a la vez, “subsidiadas”.  –¿Salas de fiesta?  –No; he dicho “de siesta”; lugares donde las madres y los padres puedan “echar una pavita” antes de ir a recoger los niños en las guarderías.  El gobierno dotaría las salas de siesta de camas y abanicos de techo; el usuario pagaría una tasa fija para “el cambio de sabanas”.  Serían dos componentes revolucionarios de la Seguridad Social que nos pondrían “a la cabeza de todos los sistemas de América y del Caribe archipelágico”.  Un sistema completo: rural, urbano, laborante, cesante, contributivo, subsidiado y soñativo.

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