A PLENO PULMÓN
Tapujos refinados (I)

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Tapujos refinados (I)

Era una obra dramática donde actuaban cinco personajes descarados.  Cada uno de ellos intentaba enredar más la madeja de la vida, con el propósito de engañar a los vecinos, a las autoridades judiciales, a los profesores de literatura, a los parientes cercanos.  En lugar de aclarar las cosas, los personajes se empeñaban en que todo quedara más turbio y confuso que nunca.  El asunto comenzó en Ponce, en la “extensión universitaria”, a pocas cuadras de la famosa Estación de Bomberos de la ciudad.

Un joven teatrista, con ojos sin brillo y la ropa llena de manchas de café, explicó a los delegados presentes: “no es necesario buscar la verdad; en nuestra época la verdad está más escondida que el Santo Grial en la de los caballeros andantes.  La han enterrado tras un doble cortinaje de publicidad y relaciones públicas.  Los filósofos de la antigüedad iban en busca de la verdad; los mercadólogos de la actualidad trabajan denodadamente para que ella nunca aparezca.  La verdad es un concepto de la lógica escolástica, una ilusión perseguida por teóricos del conocimiento”.

–“Jamás podrán alcanzar “la luz de la verdad”, como decían los monjes medievales.  Es posible que algunos trozos de la verdad subsistan dispersos, atrapados en la gran maraña de la mentira.  Lo falso es un tejido social en el que se alojan unas cuantas “pepitas de verdad”.  Pero no existen hoy métodos químicos para extraerlas y aglutinarlas”.  Frente al carro de los bomberos de Ponce, el teatrista nos contó: conocí a un dramaturgo que montaba obras en el “Village” de Nueva York.  Anunció en Santurce una pieza corta titulada “La piel desnuda”.  Corrí a Washington Square para verla en el lugar de su nacimiento, entre artistas enemigos del arte convencional. 

Me senté en una mesa de mármol coja y desgastada, pedí un café y me dispuse a mirar y a oír.  En una depresión, que antes había sido una pista de baile, apareció un viejo encorvado, en calzoncillos, recitando un monólogo acerca de sus fracasos laborales, familiares y su mala salud.  Antes de terminar el primer acto se sacó los calzoncillos y orinó trabajosamente en una bacinilla blanca.  Entonces entró en escena su anciana y esquelética esposa.

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