A PLENO PULMÓN
Tejer cabuya antigua

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El cacique Enriquillo dio muestras de gran valor y de refinada astucia para combatir.  Los informes de las autoridades españolas indican, además, que se había convertido en “una fuerza moral” con la cual, lo más prudente era pactar.  En el siglo XIX, tal vez con motivo de “las independencias” de tantos países hispanoamericanos, surgió un “indigenismo romántico”, especialmente en lugares donde vivían ya pocos indígenas.  El poeta José Joaquín Pérez escribió “Fantasías indígenas”.  La novela de Manuel de Jesús Galván: “Enriquillo”, creó grandes simpatías a favor de los desaparecidos taínos.  Hace tres semanas un lector de “esta columna  nos envió un “email” preguntando: ¿Por qué hay una calle denominada Nicolás de Ovando? ¿No fue ese el autor de la matanza de Jaragua?

El licenciado Peña Batlle y fray Cipriano de Utrera protagonizaron una “guazábara histográfica” con motivo de la rebelión del Bahoruco.  En la desigual batalla entre taínos y españoles era previsible que los primeros fueran derrotados.  La zona que hoy llamamos Pedernales fue cantera de donde los guerreros taínos sacaron materia prima para fabricar puntas de lanza.  Los heroicos taínos ofrecieron, a su vez, “materia prima de mitos”.

Sobre la muerte del cacique y el sitio de su enterramiento no hay acuerdo aún.  Se dice que fue sepultado en la iglesia de Azua; un terremoto destruyó después iglesia y tumba.  Fray Cipriano afirma que murió el 27 de septiembre de 1535.  El cronista Oviedo cuenta que Enriquillo bajó de la sierra por consejo o solicitud del padre Las Casas.  Se cree que murió, enfermo de tuberculosis pulmonar, a la edad de 37 años; nunca quiso vivir en Boyá.  Historiadores cubanos, usando testimonios de funcionarios de la corona española, sostienen que pudo “ser venido Enriquillo, el de la Española”;  tras un apresamiento de indios en Caguas, se le buscó con cuadrillas en la villa de Baracoa.

A Soto Jiménez le interesa destacar: que la resistencia fue larga y heroica; los líderes indígenas que dirigieron la pelea contra los invasores extranjeros se comportaron en forma parecida a la de nuestros caudillos de la época republicana.  Unos, radicales, luchaban hasta vencer o morir; otros, más “prácticos”, preferían negociar con el enemigo; algunos optaban por “entregarse” al dominador.

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