En Haití, nuestros vecinos más próximos, las cosas no pueden estar peor; el director de MINUSTAH, la misión de Naciones Unidas que trabaja allí desde hace años, declaró que Haití es lo más parecido a un callejón sin salida. Terremoto terrible en 2010; epidemia de cólera después; comicios presidenciales conflictivos; elecciones parlamentarias aplazadas; presencia simultánea de Jean Claude Duvalier y Jean Bertrand Aristide; falta de empleos y sobrepoblación se añaden a la destrucción de los bosques y otros recursos naturales. La escasez de peces, la disminución de las lluvias, todo concurre a que los haitianos opten por emigrar. Podrían ir a Puerto Rico, a EUA, como hacen los dominicanos; pero es más fácil ir a la RD.
Haití es un país intervenido por tropas extranjeras; aunque gran parte del presupuesto gubernamental se cubre con donaciones del exterior, la presencia de los cascos azules produce rechazo en la población. Los políticos se encargan de azuzar ese descontento, tan natural como explicable. Para los dos países esa intervención será más problemática cada día. Cualquier fricción que surja entre Haití y la RD, con motivo de los migrantes, tendrá que ser ventilada entre diplomáticos extranjeros, no como problema privativo de dos países soberanos fronterizos.
En este momento en Siria tiene lugar una carnicería espantosa de los ciudadanos rebeldes contra el gobierno de Bachar el-Assad. El ejército regular ataca a los manifestantes con morteros; la aviación bombardea las ciudades donde la oposición es más fuerte. El problema político local no se puede resolver fácilmente porque las grandes potencias no se ponen de acuerdo acerca de cómo y cuándo debe caer el gobierno de el-Assad. Incluso con la Liga Árabe contra este gobierno, la ONU ha sido incapaz de detener el sufrimiento de la población.
Claro es que en esa zona del mundo operan intereses complejos, relacionados con la energía y la navegación, que son distintos de los asuntos internacionales propios de las Antillas. Norteamericanos y rusos han colocado a los sirios en un aplastafritos. Ojalá nunca nos toque quedar atrapados entre las muelas de una tenaza internacional de poderes. Los países pequeños deben ser más previsores que los suizos, quienes han sobrevivido rodeados de naciones vigorosas, beligerantes y engulle-mercados.