A PLENO PULMÓN
Tiburones de tierra

A PLENO PULMÓN<BR>Tiburones de tierra

Desperté muy temprano.  Pero permanecí algún tiempo en cama oyendo el ruido acompasado del oleaje del mar; me parecía el latido regular del planeta, un recordatorio de nuestra insignificancia e incapacidad de controlar la naturaleza.  Amanecería a la hora del amanecer y no antes.  Al levantarme para ir al baño eché un vistazo por la ventana.  Sentía la superficie del agua en movimiento; escuchaba el sonido del líquido bullente, pero no alcanzaba a ver gran cosa.  El mar carece de postes donde instalar faroles.   Sólo había una diminuta luz en la punta de un muellecito de tablones.  Era un halo blanco rodeado de negrura.

 Mientras del lado Sur todo estaba muy negro, en el Norte se veía un tenue resplandor a lo lejos.  Una vez vestido, me tapé la cabeza con una gorra de pelotero, caminé hasta la salida a la calle y miré los alrededores.  La calle no tenía asfalto; los yerbajos crecían aquí y allá.  Al llegar no había visto nada; ahora, clareando la mañana, sin el brillo terrible del sol, podía percibir mejor los objetos.  Una gallina corrió al monte perseguida por cuatro pollos pequeños; entonces se movieron entre los breñales grandes lagartos y volaron varios pájaros, asustados por la presencia de la gallina. 

 Mi salida espantó la gallina que huyó a esconderse en la maleza; inmediatamente, como una onda magnética, se transmitió el miedo a los demás animales.  En poco tiempo los trinos y graznidos llenaron el aire frío del comienzo del día.  Del lado del mar oí un ruido parecido a un chapuzón.  ¿Será algún tiburón que logró acercarse a la costa?  Los pescadores dicen que son muchos más los “tiburones” que entran al mar desde tierra que los que llegan por agua a la playa de Palmar de Ocoa.

 En cada mata aparecieron seres vivos de todos los tamaños; extrañas mariposas zumbadoras pasaron a mi lado mientras caminaba e iba subiendo el sol.  Después, empecé a ver burros amarrados en las madrinas de las cercas alambradas.  –¿Por qué hay tantos burros amarrados y sin carga?  pregunté a un campesino.  –Señor, todo el mundo está vendiendo su tierra.  Los tiburones de la capital quieren comprar tierras.  ¿Dónde meteremos los burros?

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