A PLENO PULMÓN
Tiempos cambiantes

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Ha empezado a llover.  Según pronostican los boletines meteorológicos, seguirá lloviendo durante varios días.  Esa perspectiva de “humedad prolongada” produce en la gente una amplia gama de sentimientos.  En algunos lugares se esperan inundaciones que arrasen con viviendas, bienes y personas.  Es muy doloroso ver hundirse en el lodo la casa en que habitamos.  Y al revés, muy confortable mirar caer la lluvia estando “bajo techo”, teniendo la posibilidad de disfrutar de una sopa caliente de vegetales.  Para los agricultores la lluvia suele ser una bendición.  Aunque el exceso de agua sea “mal mirado”, se dice que “la lluvia paga sus daños”.   Fertiliza la tierra, multiplica las cosechas.

 Los cambios en el clima han trastornado muchas reglas tradicionales que se tenían por infalibles.  Ya no aciertan las “cabañuelas” con las que antiguamente se pretendía predecir el tiempo.  Puede llover copiosamente durante los primeros diez días del año; y luego haber sequía en los nueve meses siguientes. Ya no es posible comprobar si bañarse en el primer aguacero de mayo “mejora la salud y prolonga la vida”.  Podría no llover una gota en mayo y caer “burros aparejados” en junio.

 En los años cincuenta del siglo pasado los niños salían a la calle en mayo a chapotear bajo la lluvia. Era un gozo contemplar las cunetas llenas de agua corriendo hacia las cloacas.  El alcantarillado de la ciudad colonial de SD funcionaba entonces a “las mil maravillas”: una obra dispuesta  por el gobernador Ovando en el siglo XVI, remozada por Trujillo en la primera mitad del siglo XX.  Ya no es seguro que sea conveniente podar las plantas el día de La Candelaria, a comienzos de febrero.  Tampoco los niños salen a cazar mariposas el día de San Juan.   

  Quizás algunos reporteros curiosos se interesen por averiguar si el “cambio climático”  ha provocado cambios en las “estaciones de juego” de los niños dominicanos.  Antes había “tiempos” bien caracterizados: tiempo de bolas, tiempo de trompos, de chichiguas.   Sería interesante saber si existen variaciones importantes entre las clases sociales; y también si las nuevas tecnologías de computación han echado abajo el “régimen de juegos”.  Ha cambiado el régimen de lluvias y el estilo político.  ¿Y los juegos infantiles?

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