A PLENO PULMÓN
Tiempos  terribles 2

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Tiempos  terribles 2

Ayer reproduje un fragmento del escrito aparecido en la edición de septiembre 2012 de “TVcableguía”, cuyo tema central es el de los valores morales, religiosos, estéticos, lógicos.  Con ese motivo recibí varias llamadas de lectores preocupados por el eterno problema de la conducta humana.  Hay tiempos en que los delincuentes más perversos se avergüenzan de los crímenes de sus asociados.  No es cosa nueva; el salmo 14 dice: “Todos están descarriados; juntos se han corrompido.  No queda un hombre honrado”.

 La segunda parte concluye así: Los valores están fuera de nosotros en forma de vigencias sociales; los encontramos establecidos en la convivencia.  La familia, la oficina, la calle, el periódico, el estadio, son “depósitos” o muestrarios de los valores; y de la gradación estimativa de un tiempo determinado.  ¿Hemos dejado de ser ciudadanos para convertirnos solamente en consumidores? Producir y consumir es ahora el eje de la actividad social.  Qué objetos consumimos y cuánto producimos  son en estos tiempos dos angustiosas preguntas cotidianas. 

 La estimativa actual ha sido creada por dos guerras mundiales y numerosas guerras locales, publicitadas universalmente.  Los medios de comunicación difunden un estilo de vida centrado en el éxito personal: económico, sexual o de relaciones sociales.  Los negocios editoriales prestan desmesurada atención a libros tales como “La guerra aplicada a los negocios”, siguiendo las normas de un estratega militar chino de la antigüedad llamado Zun Tzu; o “El Príncipe” de Maquiavelo adaptado a las corporaciones multinacionales, con añadidos nunca previstos por el célebre florentino.  Hay libros que enseñan a las mujeres las técnicas amatorias para que un hombre “jamás las olvide”.  Confesiones de una prostituta retirada sería un título muy atractivo para el mercado editorial de nuestros días.  Durante años y años la regla ha violar las reglas; se premia y se aplaude al transgresor moral, legal o protocolar.

 Presentar en un aula a un experto  en “educación en valores” es lo mismo que anunciar un sermón sobre la virginidad en una casa de prostitución. Los valores se infiltran osmóticamente desde la familia, a través de los espectáculos de masas, de los periódicos, la radio, la TV.  La escuela podría ser un camino eficaz, si se empezara a inculcarlos en el “Kindergarden”.

Publicaciones Relacionadas