A PLENO PULMÓN
Tijeras para dientes

A PLENO PULMÓN<BR>Tijeras para dientes

Un artista dominicano, dotado de efervescente imaginación, se complacía en hacer bromas sobre los “errores de diseño” que había descubierto en el cuerpo humano. Decía: así como existen párpados en los ojos, debería haberlos para los oídos; de este modo podríamos tapar las orejas a voluntad y no escuchar algunos discursos políticos. Opinaba que Dios pudo haber dispuesto mejor uñas y dientes; las uñas tenemos que recortarlas a menudo o se convertirían en garras de ave de rapiña; los dientes, en cambio, tienen una vida limitada: primero son “de leche”, luego “mudamos” y surge la dentadura definitiva. De ahí en adelante somos víctimas permanentes de los dentistas.

¿No sería mejor, preguntaba, que “mudáramos” las uñas y nos recortáramos los dientes todas las semanas, en una perpetua renovación de la sonrisa? Sería el fin de los dentistas y de las dentaduras postizas. Entonces se echaba a reír gozosamente, mientas hacía los gestos de estar frente a un espejo con unas “tijeras de dientes”. También será el comienzo de la “era de las uñas maltrechas”, concluía, con sonoras carcajadas y una alegría infantil.

Este artista conservaba en su madurez una gran dosis de la ingenuidad propia de un adolescente. Con inteligencia de adulto, se acercaba a los objetos con ojos de niño. Esa actitud, despojada de “segundas intenciones”, le permitía ver el mundo a través de un prisma que descomponía la realidad en sus elementos fundamentales, aparentemente incognoscibles. Las verdades que subyacen tras lo aparente, se rinden fácilmente ante las miradas poéticas o filosóficas; pero se resisten a los tratamientos utilitarios y los métodos maliciosos.

Él creía en esto firmemente. Pero sus convicciones fueron tildadas de místicas, anticientíficas e irreales. A cada paso tropezaba con gente que le reprochaba su saludable alegría… con enfermiza insistencia. Incluso fue acusado de irresponsabilidad. ¿Cómo es posible que uses la inteligencia que Dios te dio en esos juegos inútiles, sin provecho alguno para tu familia? Desperdiciar el talento es más grave que malbaratar el dinero. Cuando estés viejo te arrepentirás de esa “conducta impropia”. El artista no hacía caso de estas advertencias y consejos prácticos. Mucho tiempo después caí en la cuenta de que él había “segregado” unos invisibles párpados de oídos.

Publicaciones Relacionadas