A PLENO PULMÓN
Títulos permanentes

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A los editores de libros les gusta recorrer caminos trillados; quieren que el público reconozca en un nuevo libro el rostro del viejo, su tema o su título.  El celebrado autor chino Lin Yutang escribió “La importancia de vivir”; la obra tuvo grandísimo éxito y fue traducida a varias lenguas.  Muchos años después, Lin Yutang compuso una antología de escritores chinos; los editores la titularon: “La importancia de comprender”.  Así ocurrió con el dramaturgo italiano Luigi Pirandello.  En 1921 estrenó su obra “Seis personajes en busca de autor”.  De tanto crédito gozó este drama, que los editores  desearon otros libros que “buscaran seis cosas”, no importa cuales.

De no ser por Pirandello tal vez Pedro Henríquez Ureña no fuera el autor de “Seis ensayos en busca de nuestra expresión”.  Los editores son hábiles hombres de negocios, prevén al dedillo las reacciones de la gente frente a lo consabido o lo insólito.  El poeta Rainer María Rilke escribió a Franz Xaver Kappus unas cartas famosas que fueron publicadas bajo el título: “Cartas a un joven poeta”.  En una de ellas, redactada en 1903, Rilke dice: “Habría que esperar y atesorar experiencia durante toda una vida, y mejor durante toda una larga vida para escribir, al cabo, diez líneas que fueran realmente buenas.  Y es que los versos no reflejan sentimientos, como creen algunos […], sino experiencia”.

“Para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, muchos hombres y muchas cosas; hay que conocer a los animales, hay que haber sentido el vuelo de los pájaros y saber qué movimientos hacen las flores al abrirse por la mañana”.  Este extraordinario poeta tuvo la “experiencia” indeleble de enamorarse de una mujer quince años mayor que él; Rilke acababa de cumplir veintiuno.  En una de sus cartas a Kappus, recomendó al joven no escribir versos de amor.

El novelista peruano Vargas Llosa publicó “Cartas a un joven novelista”, libro donde aborda con agudeza las técnicas de composición narrativa.  El periodista Juan Luis Cebrián, en 1997, dedicó a Teresa sus “Cartas a un joven periodista”.  El ex director de “El País” afirma: “El viejo y el mar” no se hubiese escrito “sin la capacidad de observación” del reportero Hemingway.

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