Nunca en mi vida he participado en las espantosas riñas intelectuales típicas de mi país. No soy demasiado viejo; o mejor dicho, pretendo no serlo. Sin embargo, a veces, en la colas de los bancos me han dicho: pase usted, las personas mayores tienen prioridad. En una ocasión, en los EUA, frente al cajero de una tienda oí decir: seniors citizens. No creí que se refirieran a mí. Pero el caso es que ya tengo seis nietos; y he presenciado desde las graderías montones de discusiones inútiles. Algunas de ellas cargadas de mezquindad y malevolencia; otras, disminuidas por inepcias o intereses pecuniarios; todas detestables.
Parece que he tocado sin quererlo un avispero de setenta y dos avispas; o peor; quizás haya alborotado una asociación de enjambres de quince millones de avispones verdes. Al leer noticias en el periódico Clave, sobre el proyecto de confección de una Historia del Pueblo Dominicano, en seis tomos de quince capítulos cada uno, formulé respetuosamente unas pocas preguntas pertinentes. La llamé la septuaginta por haber sido encomendada a 72 redactores; quería saber si existía un plan general, como se establecería la periodización, si cada redactor haría un trabajo independiente. El estudio alcanzaría hasta la época actual y estaría financiado por el gobierno.
Descompuesta mi viejísima laptop, pasé un buen tiempo sin revisar entradas en la red de Internet referentes a esta columna periodística. La semana pasada descubrí declaraciones del presidente de la Academia de la Historia acerca del origen del proyecto; y un artículo publicado en Washington en el cual me aseguran la idoneidad incuestionada del coordinador, Roberto Cassá; también una larga carta de Graciela Azcárate en la que expone antecedentes, desconocidos por mí, en conexión con el AGN, que no he contestado aún. Estos escritos mencionan mi nombre o están dirigidos a mí en su integridad.
Ayer, Ángela Peña dedicó una página entera a los historiadores responsables del proyecto. Cassá menciona mi nombre y asegura que no será una historia oficial. Chez Checo afirma que la obra podría extenderse hasta el 2008. Cordero Michel concluye: este escándalo lo provoca la envidia personal. No revela el nombre del envidioso. Todas las avispas son ponzoñosas; las hay agalliferas, alfareras, arañeras, traga-abejas.