A PLENO PULMÓN
Torneo de agallas

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La BBC de Londres nos informa que en Culiacán, estado de Sinaloa, se han erigido mausoleos de tres niveles, adornados con oro y piedras preciosas.  Son las tumbas de los narcotraficantes más famosos de México.  La noticia apareció ayer en la página 2 del diario “Hoy”.  Estos costosísimos monumentos funerarios tendrán también “valor histórico”.  Servirán a los investigadores del próximo siglo para construir una “maqueta” de la estructura social y económica de nuestros días. El estudio de las pirámides y mastabas egipcias ayudó a entender el estilo de vida que floreció a orillas  del Nilo hace cinco mil años.

La existencia de Pablo Escobar Gaviria ha sido tema central de libros, reportajes, películas. Escobar propuso al gobierno colombiano pagar toda la deuda externa, a cambio de que se estableciera la imposibilidad legal de extraditar a los EUA un acusado de narcotráfico.  El gran novelista Gabriel García Márquez expresó, de boca y por escrito, sus opiniones sobre “la lucha sangrienta contra el narcotráfico”.  No hay dudas de que es uno de los más dolorosos problemas que confrontamos.  Cada narcotraficante crea su propia leyenda y, como vemos ahora, edifica un costoso sepulcro.  Para reinar en ese mundo tan peligroso es necesario “tener agallas especiales”.

La lucha política se ha convertido actualmente en un “torneo de agallas”.  En muchos países los líderes políticos actúan con una voluntad de dominio parecida a la de los propietarios de los suntuosos mausoleos de Culiacán.  Sobre la nueva Rusia declara Mijail Jodorkovski, preso desde el 2003: “Siento vergüenza por mi país.  Este antiguo empresario petrolero afirma que el Estado ruso “está enfermo”.   Jodorkovski fue condenado a ocho años de cárcel en 2005, “por estafa y fraude fiscal”, junto a su socio Platón Lébedev.

Vladimir Putin y Dimitri Medvédev se alternan en el poder político y en el control del “imperio petrolero” que organizó Jodorkovski.  Sus quejas contra los dirigentes de su país son muchas; les acusa de “despreciar a los ciudadanos”; de permitir que “la burocracia, respaldada por los servicios de seguridad”, abuse de empresarios con talento.  Pregunta: “¿Quién va a modernizar la economía?  ¿Los fiscales? ¿Los policías? ¿Los funcionarios del servicio de seguridad?”.  Construyeron misiles; pero nunca un teléfono celular, concluye.

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