A PLENO PULMÓN
Trasfondo colectivo

A PLENO PULMÓN<BR>Trasfondo colectivo

Las encuestas políticas se basan en preguntas específicas sobre asuntos primordiales.  Pueden incluir indagaciones de mercado en conexión con percepciones generales acerca de la criminalidad, el “costo de la vida” o la corrupción administrativa.  Siempre están limitadas a una “muestra” concreta de la sociedad en un momento dado. Las encuestas bien hechas arrojan resultados confiables que nos permiten “anticipar” la conducta de los grupos sociales.  Pero no debe olvidarse que cada  “sondeo de opinión” descansa en un contexto histórico determinado.  En la República Dominicana el enriquecimiento ilícito tiene una larga tradición de impunidad.  Con frecuencia produce irritación el “repentino bienestar” de algunos funcionarios públicos.  Pero se considera “algo normal”, que ha ocurrido siempre.

De ahí que las malversaciones de fondos sean usadas como “instrumentos de presión”, simples apoyos publicitarios para escándalo o chantaje.  Los expedientes de DEPRECO son ejemplos a la vista.  Una auditoría en la cual se establezcan “irregularidades” no es un documento, certificado por contadores, con el que se inicie un proceso judicial; nada de eso; es un arma que se almacena, igual que una bomba sin espoleta, con el propósito de ser usada “después”, en campañas de extorsión y descrédito.  Para fines electorales, la corrupción no es “una mancha perdurable”, como hubiese dicho don Américo Lugo.

La criminalidad sin contención produce más rechazo que la corrupción o las drogas.  Se ha logrado “cuantificar” las tres cosas en encuestas recientes.  El comercio de drogas es hoy una forma de “legitimación” económica, compuesta por una larga cadena de complicidades.  El que vende al por menor sabe que existe un suplidor mayorista y éste, a su vez, sabe que hay un “lavador” poderoso que controla un amplio feudo.  Todos los participantes están conscientes de que la muerte acecha en cualquier esquina.

 Los partidos están cuestionados, ciertamente, pero no pierden vigencia; son los órganos sociales de acción política: legítimos, conocidos y probados.  Debemos votar por alguno de ellos; de lo contrario, quedamos fuera de la vía.  La población toda entrevé esa situación desagradable y disyuntiva.  Muchos dominicanos de buena voluntad desean que “surjan otras opciones” que nos ayuden a superar el obligado bipartidismo: Cuando lo proponen “extremistas” la gente intuye que el monopartidismo podría ser peor.

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