A PLENO PULMÓN
Treinta  años después

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Treinta  años después

En 1976 escribí: “La llamada inexorable del  director de “Última Hora” me obliga a escribir, a última hora, un artículo para rellenar mi espacio de los viernes.  Debo sacudir de mi cabeza problemas y deberes exigentes, como si fueran insectos obstinados, para teclear apresuradamente y producir unas virutas de prosa.  Hay que tomar el hilo otra vez, volver a pensar acerca de lo que hemos escrito hace algunas semanas, intentar terminar de decir las muchas cosas que hemos apenas balbuceado o expresado sólo a medias”. 

 “El periodismo es una trágica actividad intermitente que torna hilachas los pensamientos, que convierte en esquirlas las visiones más amplias y enterizas.  Los reporteros de un diario trabajan en forma eruptiva, volcánica, con altibajos de agitada acción y de espera aburrida.  También los fotógrafos, los editorialistas y hasta los llamados columnistas – generalmente más reposados  – terminan contagiados de la enfermedad de los letreros de neón.  Prenden y apagan los periodistas, dan su luz un instante y vuelven a la obscuridad  para volver otra vez a encender”.

“Nunca una noticia llegamos a conocerla hasta el fin, nunca un tema es llevado a su acabamiento.  Antes de que esto ocurra el tema ha pasado de moda. ¡A otra cosa periodista, el tiempo apremia!  La luz de la prensa escrita no puede alumbrar una zona muy grande.  No hay tiempo ni espacio para esa pretensión desmesurada.  Criminales, guerrillas, asaltos, guerras, problemas económicos, espectáculos, mujeres hermosas, políticos gesticulantes, todo pasa por las páginas del periódico, como proyectado por una linterna mágica, y desaparece antes de que sepamos bien qué ha ocurrido, qué hemos visto o sentido”.

“La vida íntegra es así atomizada en instantes separados, sin orden ni estructura.  ¿Es muy rápida la vida moderna? Los surrealistas se han visto confirmados por un inesperado camino.  Trozos dispersos de la realidad, seccionados por un monstruoso instrumento, nos caen arriba, como aquella lluvia de cerdos que inventó Dalí. Encharcados en una “Guernica” social e ideológica caminamos todos los días, confundidos en medio de pensamientos dispersos, partidos por la gran excavadora de la sociedad.  Estos fenómenos inquietadores nos obligan a clavar las espuelas al trajinar mental.  Nos mandan a agarrarnos del arrecife del pensamiento”.  La historia tiende a repetirse.

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