Al observar el reiterado espectáculo de seres humanos desquiciados, nuestros padres se decían: estamos atravesando una crisis moral. La palabra moralidad era un chicle elástico significativo. Se aplicaba, primero que todo, a la moral de mandamientos: al decálogo de Moisés; también a los trastornos de la conducta. Se hablaba de dolores morales, esto es, de sufrimientos que no eran físicos. Las personas que acudían entonces al consultorio de un psiquiatra lo hacían por descalabros morales. Un hombre al que despedían del trabajo, o presenciaba el suicidio de un hijo, quedaba desmoralizado. A las potencias psíquicas que nos sostienen en la acción se les llamaba fuerzas morales.
Hasta a los tipos que no cumplían sus promesas se les acusaba de no tener moral. Pero hay asuntos que no son morales en ninguno de los sentidos aquí enumerados. En nuestra época hay personas jóvenes que salen de sus casas sin rumbo fijo, sin que hayan previsto hora exacta de regreso. Algunos de estos jóvenes necesitan el toldo permanente de unas gafas obscuras. A menudo pasan la noche en un bar con individuos que acaban de conocer. En cinco minutos logran intimar con sujetos que han visto por primera vez al llegar al bar. Esa facilidad para entablar amistades se conoce con el nombre de adaptabilidad. La consideran una virtud de la personalidad que favorece las relaciones humanas.
Estilo de vida fue una expresión feliz que pusieron de moda algunos filósofos existencialistas en la primera mitad del siglo XX. Después pasó a los periódicos e invadió las crónicas sociales y de farándula. El estilo de vida de Madonna, la cantante y bailarina norteamericana del espectáculo pop, ha sido cuestionado por grupos comunistas de San Petersburgo. Dijeron a Madonna que no moviera las nalgas, que no bailara en una barra, que interpretara solamente música melódica. Los viejos revolucionarios no aceptan el estilo de vida de la célebre artista. ¿Por qué ocurre esto?
En Rusia le han exigido a Madonna que no haga tantas carantoñas a las lesbianas. Las diferencias de opinión moral y de estilos de vida entre Madonna, los comunistas rusos y los conservadores puritanos, no pueden ser mas tajantes. Esa diversidad desquiciada parece caracterizar el mundo contemporáneo.