Marguerite Duras, famosa escritora francesa nacida en Saigón, es autora de la novela El amante, galardonada con el Premio Goncourt a mediados de los años ochenta. Esta talentosa y desdichada mujer dirigió muchas películas, publicó novelas, ensayos, piezas teatrales. También participó en política: durante la Segunda Guerra Mundial, en la Resistencia Francesa; después militó en el Partido Comunista, del que fue expulsada en 1955. Ella opinaba que escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si escribiera. Creía que escribir era una tarea frustrante, inconclusa, siempre sometida a prueba.
Quiere esto decir que los escritores pasan gran parte de su vida en el filo de la navaja, a punto de no escribir. A veces no escriben porque los gobiernos no conceden libertades para hacerlo; otras veces no encuentran la manera de ganarse la vida en labores conectadas con su vocación; deben trabajar entonces en asuntos que les alejan, tanto de la literatura como de las satisfacciones personales. A menudo los editores rechazan los escritos que no ajustan con las modas reinantes. Los tres casos significan barreras a la escritura.
Escritores acorralados económicamente, angustiados por presiones ideológicas o problemas familiares, podrían ser incapaces de concentrarse en la producción de un texto; a la inversa, otros escritores usan la escritura a modo de droga que les libera de la zozobra de vivir. Cuanto más perturbados están mayor atención prestan a un oficio que no desean postergar por nada en el mundo. Ciertos escritores sensibles, con traumas infantiles o conflictos psíquicos, logran escribir solamente durante cortos periodos de bienestar y lucidez.
Los textos que al fin publican los escritores van a parar al lector. Un personaje difuso que es todo y nada, que rechaza o aprueba, según su mejor parecer. Un parecer influido, obviamente, por los medios de comunicación y los hábitos sociales. Hay lectores condescendientes, que intentan penetrar en el corazón del escritor. Existen lectores obtusos, ciertamente; pero los hay agudos, inteligentes, sensibles. Mario Puzo escribió dos hermosas novelas notables: La mamma y La arena sucia. El padrino recibió una acogida mayor. Su tema central: las mafias. El escritor escapó de la vieja torre de marfil para explorar la nueva trinchera de lodo en que vivimos.