La lengua española echó a andar por la historia hace poco más de mil años. En un monasterio de La Rioja, un monjecito devoto hizo unas anotaciones sobre el texto de un sermón de San Agustín. Parte de esas notas constituían una traducción a la naciente lengua de aquellos lugares. En San Millán de la Cogolla aparecieron las famosas doce líneas que publicaron Menéndez Pidal y Gómez Moreno. Con el ayutorio de nuestro señor Don Cristo, Don Salvador, señor que está en el honor y señor que tiene el mando con el padre, con el Espíritu Santo, en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén.
Se trata de una plegaria. Por eso Dámaso Alonso insiste en que el primer vagido de la lengua española es una oración. Oración religiosa, no sólo gramatical. Esa lengua, dice el erudito Amado Alonso, se engendró en una pequeña comarca de la Cantabria, montaña de Santander y borde septentrional de la meseta castellana. Llegó a hablarse sin polideza o pulimento en una amplia región peninsular. Afirma el gran filólogo que a los cristianos de otras tierras esa lengua les sonaba como trompeta con tambor. Para probarlo, cita un cantar de Almería: lingua resonat quasi tympano tuba.
Cortemos la lengua como si fuera un pan. El grueso de las voces procede del latín coloquial; las palabras ordinarias y groseras, las de todos los días, se tomaron del árabe. Las palabras doctas nos vinieron del griego. Esta era la partición de Juan de Valdés. Anafe, albóndiga, aldaba, aljibe, alcancía, almacén, son vocablos de origen árabe.
El descubrimiento de América vertió en la lengua española chocolate, tomate, que proceden del nahuatl; huracán, hamaca, hicotea, son caribeñas.
La lengua incorpora vocablos a lo largo de su vividura. Nunca pensó el poeta Espronceda al escribir Canción del pirata, que habrían 20 naciones americanas prisioneras de la misma lengua. Veinte presas hemos hecho / a despecho del inglés / y han rendido sus pendones / cien naciones a mis pies. Las naciones del Nuevo Mundo han hecho crecer el pan de la lengua española con dichos, canciones, poemas, narraciones, pensamientos; todo, a despecho del inglés.